La tradición de la
Francmasonería Primitiva Universal, referida a los hechos más
destacados de su desenvolvimiento histórico, da cuenta de su combate
al dogma y a las tiranías y su accionar en pro del logro de
libertades y mejores condiciones de vida de los pueblos. Sus orígenes
y desarrollo muestran su carácter anti dogmático, no
discriminatorio y progresista, comprometido con las transformaciones
que han requerido las sociedades y la humanidad, para el logro de la
libertad, la igualdad y la fraternidad de todos los seres humanos.
Esta tradición ha
llegado a nosotros gracias a que fue recogida en la segunda mitad del
siglo XIX y principios del siglo XX principalmente en obras escritas
en Francia por Charles Pompier, Guide Aciereux y José María
Antioqueño, quienes habrían tenido acceso a archivos masónicos
privados y a testimonios de Antoine Leleux, quien fuera secretario de
Francisco de Miranda.
De acuerdo a esta
tradición, en el continente europeo, durante la Edad Media se
desarrollaron varios tipos de organizaciones a las que estaban
vinculados los constructores: unas eran cofradías controladas por
monjes y sacerdotes, y otras, gremios generalmente itinerantes que se
preocupaban por defender los intereses colectivos y las condiciones
sociales de sus miembros, los que habían desarrollado paulatinamente
la independencia de pensamiento y la preocupación por la formación
científico-técnica relacionada con su oficio.
En este último
tipo, desde la perspectiva ideológica, se inscribían algunos de los
gremios (Artes) de Florencia durante el Renacimiento y fue uno de
ellos el que, hacia finales del siglo XV, decidió crear una
organización distinta, aunque con estructura similar a los gremios
de constructores, cuyos objetivos fuesen la formación superior en
conocimientos científicos, al margen del control del clero, y la
actuación en la sociedad para la consecución de libertades y el
progreso social.
Relata la tradición
que este proyecto fue encomendado al astrónomo Paolo Toscanelli, al
cosmógrafo Américo Vespucio y al artista Leonardo Da Vinci, pero
que solo este último logró concretarlo definitivamente en Francia,
a principios del siglo XVI, sobre la base de las academias que habían
formado previamente en Florencia y Milán; y que la nueva
organización creada en Francia se estructuró en asociaciones de
maestros y estudiantes, las que se denominaron logias francmasónicas
para denotar que se trataba de agrupaciones para la discusión entre
constructores libres. Con el tiempo y su crecimiento, el conjunto de
logias de un país, coaligadas por un órgano coordinador al servicio
de las logias, tomó el nombre de academias.
Cada logia era una
institución educativa en la que unos miembros, generalmente expertos
en varios campos del saber, disertaban sobre temas diversos y luego
se sometía lo expuesto a las preguntas y opiniones de todos, de lo
cual se beneficiaban principalmente los más jóvenes. Como eran
tiempos en los que prevalecía el control religioso y la persecución
a la disidencia, desarrollaban sus actividades en el más absoluto
secreto, a fin de precautelar su vida, libertad e integridad.
Según Charles
Pompier, con el tiempo esta organización se extendió por diversos
países, gracias a la emigración de algunos de sus miembros más
connotados y dependiendo de que las condiciones sociales y políticas
permitiesen el desenvolvimiento de sus actividades. Así es como
llegó a Inglaterra, en donde tuvo un importante desarrollo y
constituyó el cuerpo organizativo que propició y apoyó la
Revolución Inglesa del siglo XVII para la instauración del régimen
republicano, lo que duró pocos años, hasta la restauración
monárquica; también se extendió hacia las colonias norteamericanas
y sirvió como centro de acción de los sectores más progresistas
que propiciaron la independencia y formación de los Estados Unidos
de América; mientras en Francia tuvo gran incidencia en el
movimiento de la Enciclopedia, que desencadenó los hechos que dieron
lugar a la Revolución Francesa.
Además, según José
María Antioqueño, esta organización fue el cuerpo aglutinador,
formativo y coordinador de muchos patriotas que trabajaron por la
independencia latinoamericana a través de las Logias Lautarinas.
Pero luego de la
independencia de nuestros países, cumplida su misión, este tipo de
masonería militante desapareció. Y solo hacia mediados del siglo
veinte resurgió en Latinoamérica, lo cual es ya historia moderna.
Pero más allá de
los detalles de esta tradición, la que está sujeta a la
investigación histórica y a las precisiones que de ella se deriven,
lo realmente importante es que ella nos aporta como referente el
sentido de lo que fueron e hicieron muchos de aquellos hombres y
mujeres que nos antecedieron, desde los trabajadores manuales e
intelectuales de pensamiento libre del medioevo, pasando por sabios y
artistas del Renacimiento, hasta los líderes revolucionarios que nos
dieron independencia y libertades, pues ellos decidieron construir
una mejor sociedad, lo que constituye un ejemplo para nuestras
actuaciones actuales y futuras.
Fuente: https://academiafrancmasonicaecuatoriana.wordpress.com/la-tradicion/