miércoles, 5 de octubre de 2016

Habla de Judíos y Masones, Educación, Terrorismo y Yihadistas (Luis Riveros Gran Maestro de la Masonería Chilena)

Desde hace cientos de años, tiempos remotos, de los cuales podemos remontarnos incluso antes de las cruzadas, va forjándose una agrupación de individuos inmersos en el estudio y ritualidades de los cuales el mundo poco ha sabido.


Desde la antigüedad se ha ligado esta agrupación o más tarde en nuestros días, a esta institución, a altas cúpulas de poder, de conspiraciones, de secretos y a varias repercusiones históricas de las que somos conscientes.


Grandes acontecimientos se les atribuyen a estas personas tales como, la revolución francesa, la liberación latino-americana entre varias otras. Dentro de sus miembros podemos nombrar a algunos sobresalientes, tales como:


Montesquieu, Voltaire, Isaac Newton, Napoleón Bonaparte, Walt Disney, Mozart, F.D. Roosevelt, Winston
Churchill, Sigmund Freud, George Washington, Benjamín Franklin, Martin Luther King Jr., Nelson Mandela, Simón Bolívar, Bernardo O’Higgins, José Miguel Carrera, Manuel Rodríguez Andrés Bello, Arturo Prat, Miguel Grau, Arturo Alessandri, Pedro Aguirre Cerda, José Victorino Lastarria, y así podría seguir la lista…


Estamos hablando de la Orden de la Masonería, institución que ha llenado la mente de asombro y misterio por muchos años, como se deja relucir en el libro “El código Da Vinci” u otras obras del mismo tenor.


En la nebulosa de toda esta información que ronda entre la verdad y la ciencia ficción decidí ir a conversar con el Gran Maestro de la Masonería en Chile, Luis Riveros, para ver si la verdad era esta nube de misterios y asombro o era algo totalmente inesperado y quizás no tan espectacular de lo que uno se imagina…


-De la forma más básica profesor, ¿qué podemos entender por Masonería, cuál es su fundamento de existir y cómo lo llevan a cabo entre ustedes o la sociedad. Qué quiere la Masonería para Chile y el mundo?


-La Masonería es una entidad iniciática que ofrece la perspectiva del estudio para que sus miembros mejoren y puedan así contribuir a mejorar la sociedad en su conjunto. Es una institución docente y simbólica, puesto que utiliza los símbolos como un instrumento de docencia, permitiendo que sus miembros cultiven las ideas, desarrollen en forma libre sus pensamientos y puedan así proyectarse a un proceso de permanente mejoramiento individual, que es también colectivo en la medida en que se comparte con otros miembros de la orden y se proyecte así a la sociedad.


La Masonería ansía una sociedad en que reine la Libertad, Igualdad y la Fraternidad. Aspira a que prime la libertad de ideas y de expresión de las mismas, y que la tolerancia se convierta en una piedra angular del encuentro de distintas ideas y visiones, pero todas destinadas a construir la paz y la fraternidad universal. La Masonería se da cuenta que el principal problema para conseguir estos ideales es la persona humana, con sus limitaciones, sus visiones individualistas y limitadas con su egoísmo ancestral. Por eso pone énfasis en el mejoramiento de las personas, para llevar así un mensaje hacia la sociedad que desea cambiar.


-¿Por qué siempre ha existido un halo de misterio y ocultismo en sus prácticas, que malamente los han ligado a todo tipo de conspiraciones? ¿Hacen algo prohibido?
El que nada hace, nada teme, dicen por ahí…


-Todo tiene un porqué. La Masonería ha sido perseguida muchas veces a lo largo de la historia. Solo en el siglo XX tenemos los nefastos ejemplos de la dictadura Franquista y de los regímenes socialistas tipo soviéticos. En España muchos masones fueron fusilados, las logias intervenidas y las bibliotecas destruidas durante la dictadura. Algo similar también ocurrió en los países de la órbita socialista, donde a la Masonería se le veía como una fuente de poder inadmisible en un régimen dictatorial. La orden ha tenido muchas experiencias que la han llevado al sigilo más que a una actitud secreta.


De hecho en Chile había una logia en Ancud y hasta los años 60’ el obispo de Ancud incitaba a sus fieles a apedrear la Logia y a quienes asistían a sus reuniones.


Todas esas oleadas de persecución contra el libre pensamiento y la Masonería, que siguieron a las persecuciones de siglos anteriores, llevaron a una Masonería temerosa, que privilegió la discreción.


La Masonería no hace nada prohibido, excepto estudiar, debatir y procurar la formación de hombres libres y justos; eso debe ser perseguido por quienes no creen, precisamente, en la libertad plena del hombre y de la mujer.


Pero hoy en día el asunto es muy distinto. La Masonería está abierta a la comunidad; nuestros templos pueden ser visitados por cualquier ciudadano, y constatar que en ellos nada pernicioso o maligno puede ocurrir. En muchas partes del mundo, la Masonería tiene una visibilidad pública que revela su aspiración a contribuir a una sociedad humana mejor y más plena.


-¿Cómo se relaciona la Masonería al Judaísmo, hay contradicciones al ser masón y pertenecer a una religión?, ¿Existen judíos masones?


-No existe ninguna contradicción entre pertenecer a una religión determinada y ser miembro de la Masonería, sin embargo, el requisito fundamental es desarrollar tolerancia y admitir otras visiones. Sobre las preguntas formuladas; La Masonería no acepta dogmas, aunque cada uno de sus miembros pueda adherir a una distinta visión de D’s o a una distinta interpretación sobre el origen de la vida.


La masonería invita a pensar los grandes temas, entre estos la religión. Sin embargo no propicia una religión en particular, por lo mismo ha inventado la fórmula del “Gran Arquitecto del Universo”, donde muchos podrán ver reflejadas a sus propias divinidades, a su idea del origen de la vida y del hombre. Por lo tanto, no es que la masonería sea anti religiosa, sino que es una institución tolerante que admite distintas visiones. En la Masonería no hay una visión dogmática que tenga toda la verdad, sino un conjunto de visiones que son verdades parciales para construir una amplia base de diversos conocimientos que tengan como fin el bienestar y desarrollo general.


Y como decías, tenemos una muy buena relación con la comunidad judía. Hay muchos miembros de la orden que son judíos. Hace unos días estuve con el Venerable Maestro, el líder de una Logia, que es judío y me comentaba de sus problemas de agenda para asistir a sus reuniones del día viernes en la Logia pues coinciden con sus actividades en la sinagoga.


Los hermanos judíos no están educados en el dogma de una verdad absoluta que caracteriza a otras religiones, otras iglesias o instituciones consideran su verdad y todo lo demás es una mentira aberrante.


En la historia de la Masonería hay una cantidad importante de integrantes que son Judíos y que han sido influyentes en nuestra historia pasada, como esperamos que lo sean en la venidera.


-Aterrizando nuestros pasos sobre el país, y ligando su calidad de líder en el mundo académico y ex rector de Universidad de Chile, ¿qué es lo mejor y lo peor de la educación chilena?, ¿En un marco general, hemos retrocedido?, ¿La gratuidad resuelve nuestros problemas?


-Si pudiera tener el control absoluto del país, aunque ya esté pasado de moda, cuáles serían las tres medidas urgentes en educación que implementaría de hoy para mañana.


Nuestro país sin duda ha retrocedido seriamente en materia de educación. Pasamos de un liderazgo a nivel regional a una situación que nos coloca dentro de los últimos en el mundo de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).


Tanto en materia de conocimientos como también educacionales hemos retrocedido de manera abismal, y lamentablemente los gobiernos democráticos no han sido capaces de auspiciar una recuperación sostenible, dado que su mirada ha sido extremadamente cortoplacista.


La gratuidad por otro lado no resuelve ningún problema, porque los orígenes de la desigualdad se encuentran en la educación preescolar, básica y media. Allí es donde se debió poner énfasis y esfuerzo, y no en las medidas cortoplacistas más mediáticas y visibles.


Pondría todo el esfuerzo en fortalecer la educación preescolar pública, y luego en otorgar los recursos que necesita la educación pública para volver a ser referente del sistema. Iniciaría un plan pedagógico nacional para darle un impulso a la formación de profesores básicos y de media, con calidad y oportunidades.


Luego fortalecería la educación técnica a nivel medio y superior, como una opción valedera para la juventud del Siglo XXI.


Finalmente, haría una revisión a fondo de los contenidos que se enseñan, para hacer una reforma profunda y detallada en los aspectos formativos que se están buscando.


-Varias veces le han ofrecido ser Senador e incluso ocupar el sillón Presidencial. ¿No sería ahora una buena oportunidad para resplandecer como candidato independiente en un mundo de política que está en las penumbras?


-Creo que los independientes tenemos un deber con el país, para colaborar a superar este momento de crisis institucional y política.


Los que tenemos una visión Republicana, que trata de reponer aquellos valores perdidos en nuestra institucionalidad, tenemos una responsabilidad aún mayor. Hay que convencer al electorado que más que los afiches bonitos, el “photoshop” y las promesas insostenibles, hay que volver a mirar hacia el país y su futuro en el contexto de un renacer de la República, y bajo la idea central que gobernar debe ser siempre EDUCAR.


-Para no inundar la entrevista en temas que los medios ya han saturado desde el 2014, solo me remitiré a preguntar superficialmente, ¿Este gobierno lo ha hecho bien? Si o No.


-Creo que no lo ha hecho bien. Hay gran improvisación, no priman los equipos calificados y las buenas ideas se deshacen en proyectos mal elaborados.


-Saliendo de Chile al ámbito internacional, ¿qué opina usted sobre los grupos terroristas islámicos que han horrorizado al mundo, como el ISIS, Bokohram, Hamas, etc. Y cómo occidente los ha enfrentado?


-El terrorismo y la violencia, venga de donde venga, es inaceptable, y los derechos humanos no pueden servir de escudo a quienes perpetran actos de barbarie contra la humanidad y despedazan los derechos de miles de inocentes.


Es hora de iniciar una cruzada para reponer un sentido ético de justicia sobre todo el planeta, y de rechazo al terrorismo y a la violencia en todas sus vertientes.


-Para finalizar y terminar por el principio, ¿Los valores de la Masonería han logrado influir en el desarrollo del país?, Si lo han hecho, ¿han sido en la medida que usted desearía, o su poder de antaño se está desvaneciendo?


-La Masonería ha hecho una contribución significativa a la construcción y desarrollo de la institucionalidad republicana. Lo ha hecho muchas veces en forma abierta, pero otras lo ha llevado a cabo de manera efectiva y en la discreción de su trabajo.


Cuando se miran las instituciones más emblemáticas, siempre se ve la influencia decisiva que tuvo la Masonería Chilena en su conformación.


Hoy día también es así, pero considerando que se vio significativamente disminuida en su actuar en los periodos de persecución contra las ideas y en aquellos momentos en donde primó el sectarismo y la ausencia de dialogo en el país.


Hoy la Masonería está empeñada en una agenda que profundice la recuperación de los valores republicanos y que permita avanzar hacia un futuro de Paz, Justicia y Libertad.


Por Samuel Huberman



Fuente: http://www.lapalabraisraelita.cl/wordpress/luis-riveros-gran-maestro-de-la-masoneria-chilena/

"Laicidad" y Masonería

"Laicidad” es un concepto relativamente reciente, puesto que en su forma actual se institucionalizó en Francia a partir de 1905. Todavía es frecuentemente incomprendida, hasta tal punto que la palabra, intraducible en la mayoría de lenguas distintas del francés, se utiliza a menudo en francés en los textos

En castellano, sin ir más lejos, la palabra “laicidad” no está registrada (acaso hemos de decir aún no…) en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE). Sí, en cambio, aparece la voz “laicismo”, definida como: “Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa”. ¿Tal vez no existe la voz “laicidad” en nuestro diccionario, porque la sociedad española aún necesita desvincularse de una confesión religiosa dominante, a cuyos cuadros dotó de inusitados y abultadosprivilegios el régimen del dictador Franco.

Será, pues, útil ya que no dar una definición definitiva, sí dibujar y delimitar sus contornos, explicarla, evaluar sus orígenes, sus implicaciones modernas y su futuro. La “laicidad” se apoya en dos pilares: la ética (la libertad absoluta de conciencia) y el estatuto cívico (la separación Iglesia-Estado).

Prevalece estrictamente la diferencia entre dos universos distintos: el interés general y la convicción individual. Por otro lado, se hace indispensable reconocer “la existencia de una real variación cultural”, acentuada con la integración en Europa de naciones cada vez más diversas. La cuestión reside en saber cómo podremos subsanar esta diversidad, manteniendo el concepto de universalidad.

En fin, la duda identitaria, el temor a perder su alma y su propia identidad, alimentan todas las formas de integrismo (étnico, cultural, sobre todo religioso), que ven en la“laicidad” no una elección de sociedad y la condición de la paz social, sino un riesgosuplementario de disolución de esta identidad.

La “laicidad” es una regla de vida en sociedad democrática. Impone que se den a los hombres, sin distinción de clase, origen o confesión, los medios para ser ellos mismos, libres de compromisos, responsables de su desarrollo y maestros de su destino.

I.- La historia:

La reivindicación laica se ha desarrollado esencialmente allí donde una iglesia (con mayor frecuencia, la católico-romana) ha querido imponer un poder totalitario en sentido estricto, es decir, que englobe todos los aspectos de la sociedad civil, política, económica… allí donde la religión se ha convertido en poder.

Frente a este poder se han manifestado sucesivos impulsos de liberación, unas veces política, otras espiritual o ambas a la vez. En la Edad Media, nacieron en el seno de la Iglesia Católica algunos movimientos inmediatamente calificados como heréticos yrápidamente sofocados. De los primeros reformadores a los filósofos del siglo XVIII, la idea evolucionó, permaneciendo, no obstante, asociada a un doble movimiento emancipador:

* el del librepensamiento, que se liberaba poco a poco de los dogmas.

* el de una sociedad que reivindicaba las libertades políticas.

Frente a esto, la Iglesia Católica, dirigida por un papado enganchado a un poder temporal ni siquiera reconocido por sus textos fundacionales, se fue encerrando cada vez más en un rechazo total, una negación definitiva de todo movimiento emancipador.

La más que milenaria alianza entre el trono y el altar hizo inevitable la contestación religiosa desde el mismo momento en que se patentizaba la contestación política.

En este estado espiritual, los filósofos del siglo XVIII, animados por el espíritu de las Luces, efectúan un doble asalto ideológico contra las dos formas de absolutismo, regia y religiosa. La reivindicación de la libertad de pensar y la referencia a la Razón radicalizan este movimiento.

En el siglo XIX, la progresiva formación de la idea republicana, su anclaje en la plataforma de las libertades revolucionarias, del progreso social, de la liberación de los espíritus de toda forma de oscurantismo, dio el toque final a esta evolución.

La separación de las iglesias y el Estado habría podido ser el símbolo de de acabamiento de una etapa esencial, de no haber sido cuestionada constantemente, directa o indirectamente, por los ataques de todos los que están convencidos de que el hombre es incapaz de asumir plenamente los efectos de su libertad absoluta de conciencia.

Si en muchas ocasiones en la historia todos los grandes combates por la libertad y la justicia fueron portadores de la exigencia de “laicidad”, todos los períodos reaccionarios viraron por oposición al regreso de la dominación religiosa. La dictadura de Franco, entre ellos.

Renacimiento, Reforma, Revolución, República: estas diferentes etapas de la formación del ideal laico han dado al ciudadano un sitio particular en la Europa en construcción. El problema actual en este sentido es claro:

* o renuncia a esta especificidad y abandona el enorme progreso ya alcanzado en la historia.

* o se convence de que la idea laica, lejos de suponer un freno para la integración europea, puede ser, al contrario, una enorme aceleración de la marcha hacia la unidad.

II.- Los valores laicos:

El humanismo laico reposa en el principio de la libertad absoluta de conciencia. Libertad de espíritu: emancipación respecto de todos los dogmas: derecho a creer o no creer en Dios; autonomía del pensamiento frente a las limitaciones religiosas, políticas, económicas; liberación de los modos de vida en relación con los tabúes, ideas dominantes e ideas dogmáticas.

La “laicidad” intenta liberar al niño y al adulto de todo lo que aliena o pervierte el pensamiento, especialmente las creencias atávicas, los prejuicios, las ideas preconcebidas, los dogmas, las ideologías opresoras, las presiones de orden cultural, económico, social, político o religioso.

La “laicidad” trata de desarrollar en el ser humano, en el cuadro de una formación intelectual, moral y cívica permanente, el espíritu crítico así como el sentido de la solidaridad y de la fraternidad.

La libertad de expresión es el corolario de la libertad absoluta de conciencia. Es el derecho y la posibilidad material de decir, escribir y difundir el pensamiento individual y colectivo. Las nuevas técnicas de comunicación hacen que esta exigencia sea cada vez más vital. Y en este campo de la información y de la comunicación más que en otros, ha de extremarse la vigilancia frente a los enormes medios de manipulación y perversión del pensamiento.

La moral laica que resulta de aquí es simple. Reposa en los principios de tolerancia mutua y de respeto a los otros y a sí mismo. El bien es todo lo que libera, lo que abre; el mal, todo lo que esclaviza y degrada. La “laicidad” trata, en este contexto, deproporcionar al hombre los medios para adquirir total lucidez y plena responsabilidad sobre sus pensamientos y actos.

Fundada sobre las necesidades de la vida en sociedad y la promoción de la libertad individual, la “laicidad” es esencial para la construcción de la armonía social y para reforzar el civismo democrático. Tiende a instaurar, por encima de las diferencias ideológicas, comunitarias o nacionales, una sociedad humana favorable al desarrollo de todos, sociedad de la que serán excluidos toda explotación o condicionamiento del hombre por el hombre, todo espíritu de fanatismo, de odio o de violencia.

Ciertamente, la tolerancia es la consecuencia lógica de los valores precedentes, sin los cuáles la armonía social está en peligro. Pero la tolerancia sólo tiene sentido si es mutua, y tendrá siempre como límites la intolerancia, el rechazo del otro, el racismo y el totalitarismo.

El rechazo del racismo y de la segregación bajo todas sus formas es inseparable del ideal laico. La sociedad nueva que queremos no puede ser la simple yuxtaposición de comunidades que a lo mejor se ignoran, a lo peor se exterminan. Ninguna sociedad de paz puede construirse sobre la separación definitiva de grupos culturales, lingüísticos, religiosos, sexistas u otros. Es demasiado fácil el paso de separación a segregación, a rivalidades y conflictos. Y esto incluso si la separación es presentada como necesidad vital de desarrollo.

El ideal laico no puede, en ningún caso, acomodarse a la idea de “desarrollo por separado”, con frecuencia practicado en sociedades de tipo anglosajón. El principio mismo de “discriminación positiva” no sabría constituir en sí mismo una solución para la liberación de un grupo. El único medio de desarrollo social es la integración, diferente a la asimilación, la participación de todos en una colectividad de ciudadanos libres e iguales en derechos y deberes. Los únicos grupos sociales aceptables descansan en la elección, la libre pertenencia y la apertura.

La ética laica conduce, en fin, inevitablemente a la justicia social: igualdad de derechos e igualdad de oportunidades. Educación laica, escuela, derecho a la información, aprendizaje de la crítica son las condiciones para esta igualdad.

III.- Las prácticas laicas. Un estatuto cívico y social

Más allá de los principios, la “laicidad” es una actitud cuyos campos de aplicación abarcan todos los aspectos de la sociedad. El principio de este estatuto cívico, jurídico, institucional, es simple. Reposa sobre la distinción clara, para cada ciudadano, entre una esfera pública y una esfera privada:

* La esfera privada, personal, la de la libertad absoluta de conciencia, donde se experimentan las concepciones filosóficas, metafísicas, las creencias, las eventuales prácticas religiosas y los modos de vida comunitarios.

* La esfera pública, ciudadana, en la que el ciudadano evoluciona socialmente, económicamente, políticamente, jurídicamente. Aquí las reglas están claramente definidas y basadas en los Derechos del Hombre. Ningún grupo, ningún partido, ninguna secta, ninguna iglesia podrán pretender penetrar o manipular en provecho propio el funcionamiento de la sociedad ciudadana así definida.

La separación de las iglesias y el Estado es la piedra angular de la laicización de la sociedad. No debería sufrir ni excepción, ni modulación ni planificación. Su totalidad, su integralidad son la condición para su existencia misma. Es la única manera de permitir a cada uno creer o no creer, liberando a las mismas iglesias de lógicas de alianzas convencionales con el Estado. Si las iglesias quieren existir, que sus fieles les provean con sus medios, pues la religión es asunto de convicción personal.

Si el Estado garantiza la total libertad de cultos y la expresión y difusión del pensamiento, no privilegia a ninguno, a ninguna comunidad, ni financiera ni políticamente. No es incumbencia del Estado regular las relaciones entre las iglesias, desde el momento en que no reconoce a ninguna. En el marco general de sus atribuciones políticas, el Estado vela por el ejercicio de las libertades individuales de cada uno, por el orden público y por la armonía social entre los ciudadanos.

Desde el momento en que el Estado considera que la religión es asunto privado, no susceptible de atraer su atención sino cuando sus manifestaciones pudieran atentar contra el orden público, en toda lógica las iglesias no pueden reivindicar ninguna ventaja, ningún privilegio, ningún trato especial. Menos aún pueden ser dotadas de estatutos oficiales aparte de la ley común que rige la libertad de asociación. Finalmente, la ley estatal no debería reconocer como delitos la blasfemia o el sacrilegio, lo que llevaría inevitablemente a la institucionalización de la censura.

La primera manifestación del carácter laico de un país es la independencia del Estado y de todos los servicios públicos respecto a las instituciones o influencias religiosas (es el concepto del laicismo en el DRAE).

La laicización de los estatutos individuales, como servicios considerados indispensables para el funcionamiento de la sociedad, ha sido uno de los aspectos esenciales del ejercicio de la libertad y de la igualdad de derechos:

* Nacimiento, vida y muerte son considerados no ya únicamente bajo el ángulo de la religión o de la pertenencia comunitaria, sino bajo el de la libertad individual.

* Se subraya la igualdad de todos ante los servicios públicos. La eventual pertenencia a un grupo religioso, étnico, social… no puede ser tenida en cuenta en lo que concierne al acceso de los usuarios. La mención oficial de dicha pertenencia debe ser considerada discriminatoria. Parece evidente que la noción misma de servicio público está estrechamente ligada a la práctica de la “laicidad”.

* La ley civil es la única habilitada para organizar los campos de la vida cívica y social. Los representantes del Estado, elegidos o funcionarios, respetan como contrapartida, en el ejercicio de su función, una absoluta neutralidad frente a las prácticas individuales o colectivas y observan una estricta obligación de reserva.

* Finalmente, la escuela laica debe ser preservada de toda penetración económica, confesional o ideológica, incluso disfrazada de cultura. La escuela no es lugar de manifestación ni enfrentamiento de las diferencias; es un lugar donde se suspenden, de común acuerdo, los particularismos y las condiciones de hecho. La escuela debe proscribir toda forma de proselitismo.

Todo lo anterior no quiere decir que el Estado niegue las pertenencias comunitarias. Existen de hecho y son respetables con tal que no desafíen los principios de libertad individual, de dignidad humana, de igualdad.

IV.- El futuro. Nuevos campos de aplicación

En un mundo caracterizado por las más profundas agitaciones de estructuras económicas, políticas, sociales y culturales que han conocido los siglos, la “laicidad” aparece como la respuesta a esta pregunta fundamental: ¿Qué hacer para superar la inquietud, la angustia, la indiferencia, el abandono de la noción de responsabilidad, la violencia?

En una sociedad cada vez más multicultural, la “laicidad” puede enseñar a los individuos a cooperar, a encontrar modalidades de buen entendimiento y a armonizar sus diferencias. Hemos descrito ya los peligros del comunitarismo. Ahora vemos nuevamente que los nacionalismos despiertan y se desarrollan en Europa, alimentándose de odios religiosos y étnicos. Queda la “laicidad” como única idea susceptible de respaldar las condiciones para una paz estable.

Queda aún mucho por hacer, en la misma Unión Europea, donde tan raros son los países cuyos dispositivos jurídicos y políticos se aproximen al sistema laico, o puedan evolucionar en este sentido. Las lógicas concordatarias en materia de religión siguen siendo las dominantes. Sin embargo, algunas señales nos mueven a afirmar que la evolución es posible: modificación de la ley de nacionalidad en Alemania, interrogantes cada vez más numerosos en dicho país sobre la fiscalidad religiosa. En Francia incluso –patria del concepto-, la idea de “laicidad” está lejos de ser universalmente aceptada. Debe aún ser defendida y entendida.

La intervención, cada vez más frecuente, del aparato judicial para regular especialmente problemas ligados a prácticas comunitarias (portar el velo islámico, retirada de crucifijos de las escuelas públicas…) es inquietante.

Los progresos de la ciencia deben poder ser liberados de toda influencia de grupos de presión, especialmente religiosos. El interés general y el respeto a la persona humana deben ser los únicos marcos de este progreso.

La laicización del estatuto de los cuerpos (amor y sexualidad, muerte, enfermedad) no ha concluido. La libre disposición de su cuerpo, las modalidades sociales de la vida de las parejas y familias, las garantías fundamentales de las libertades en ese marco, los derechos y dignidad de los niños, son otros tantos campos de aplicación de una “laicidad” garantía única de la libertad de los espíritus y los cuerpos.

En la composición de los comités de ética que son creados aquí y allá, es importante privilegiar la elección de sus miembros en función de su competencia y no de sus convicciones. El objetivo de estos comités ¿no es velar para que se den las condiciones necesarias y suficientes para el ejercicio de las libertades y el respeto a la dignidad humana, antes que tratar de mantener complicados equilibrios entre comunidades rivales?

A guisa de conclusión

“Laicidad” no es un concepto obsoleto sino, al contrario, una idea de progreso ante la cuál se abren múltiples campos de aplicación.

La “laicidad” es institucional. Es un marco legal, una regla de juego. Sus reglas son aplicables al conjunto del cuerpo social y no es el resultado de contratos evolutivos entre comunidades o grupos. No hay más que una sola “laicidad” que no puede ser calificada: no puede ser ni “nueva”, ni “plural”, ni “positiva”.

"Laicidad” es una noción que reposa sobre principios humanistas forjados durante el curso de la historia. Es una fuerte afirmación de sentido y valor al servicio de la libertad individual. Es el más seguro garante de la paz civil. Conlleva moral personal y ética social. Es acción y voluntad, en ocasiones resistencia; resistencia contra la comodidad de la renuncia, contra el confort del pensamiento único


FUENTE: http://www.logia-tartessos-godf.org/?page_id=23

La tradición de la Francmasonería Primitiva Universal

La tradición de la Francmasonería Primitiva Universal, referida a los hechos más destacados de su desenvolvimiento histórico, da cuenta de su combate al dogma y a las tiranías y su accionar en pro del logro de libertades y mejores condiciones de vida de los pueblos. Sus orígenes y desarrollo muestran su carácter anti dogmático, no discriminatorio y progresista, comprometido con las transformaciones que han requerido las sociedades y la humanidad, para el logro de la libertad, la igualdad y la fraternidad de todos los seres humanos.

Esta tradición ha llegado a nosotros gracias a que fue recogida en la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX principalmente en obras escritas en Francia por Charles Pompier, Guide Aciereux y José María Antioqueño, quienes habrían tenido acceso a archivos masónicos privados y a testimonios de Antoine Leleux, quien fuera secretario de Francisco de Miranda.

De acuerdo a esta tradición, en el continente europeo, durante la Edad Media se desarrollaron varios tipos de organizaciones a las que estaban vinculados los constructores: unas eran cofradías controladas por monjes y sacerdotes, y otras, gremios generalmente itinerantes que se preocupaban por defender los intereses colectivos y las condiciones sociales de sus miembros, los que habían desarrollado paulatinamente la independencia de pensamiento y la preocupación por la formación científico-técnica relacionada con su oficio.

En este último tipo, desde la perspectiva ideológica, se inscribían algunos de los gremios (Artes) de Florencia durante el Renacimiento y fue uno de ellos el que, hacia finales del siglo XV, decidió crear una organización distinta, aunque con estructura similar a los gremios de constructores, cuyos objetivos fuesen la formación superior en conocimientos científicos, al margen del control del clero, y la actuación en la sociedad para la consecución de libertades y el progreso social.

Relata la tradición que este proyecto fue encomendado al astrónomo Paolo Toscanelli, al cosmógrafo Américo Vespucio y al artista Leonardo Da Vinci, pero que solo este último logró concretarlo definitivamente en Francia, a principios del siglo XVI, sobre la base de las academias que habían formado previamente en Florencia y Milán; y que la nueva organización creada en Francia se estructuró en asociaciones de maestros y estudiantes, las que se denominaron logias francmasónicas para denotar que se trataba de agrupaciones para la discusión entre constructores libres. Con el tiempo y su crecimiento, el conjunto de logias de un país, coaligadas por un órgano coordinador al servicio de las logias, tomó el nombre de academias.

Cada logia era una institución educativa en la que unos miembros, generalmente expertos en varios campos del saber, disertaban sobre temas diversos y luego se sometía lo expuesto a las preguntas y opiniones de todos, de lo cual se beneficiaban principalmente los más jóvenes. Como eran tiempos en los que prevalecía el control religioso y la persecución a la disidencia, desarrollaban sus actividades en el más absoluto secreto, a fin de precautelar su vida, libertad e integridad.

Según Charles Pompier, con el tiempo esta organización se extendió por diversos países, gracias a la emigración de algunos de sus miembros más connotados y dependiendo de que las condiciones sociales y políticas permitiesen el desenvolvimiento de sus actividades. Así es como llegó a Inglaterra, en donde tuvo un importante desarrollo y constituyó el cuerpo organizativo que propició y apoyó la Revolución Inglesa del siglo XVII para la instauración del régimen republicano, lo que duró pocos años, hasta la restauración monárquica; también se extendió hacia las colonias norteamericanas y sirvió como centro de acción de los sectores más progresistas que propiciaron la independencia y formación de los Estados Unidos de América; mientras en Francia tuvo gran incidencia en el movimiento de la Enciclopedia, que desencadenó los hechos que dieron lugar a la Revolución Francesa.

Además, según José María Antioqueño, esta organización fue el cuerpo aglutinador, formativo y coordinador de muchos patriotas que trabajaron por la independencia latinoamericana a través de las Logias Lautarinas.

Pero luego de la independencia de nuestros países, cumplida su misión, este tipo de masonería militante desapareció. Y solo hacia mediados del siglo veinte resurgió en Latinoamérica, lo cual es ya historia moderna.


Pero más allá de los detalles de esta tradición, la que está sujeta a la investigación histórica y a las precisiones que de ella se deriven, lo realmente importante es que ella nos aporta como referente el sentido de lo que fueron e hicieron muchos de aquellos hombres y mujeres que nos antecedieron, desde los trabajadores manuales e intelectuales de pensamiento libre del medioevo, pasando por sabios y artistas del Renacimiento, hasta los líderes revolucionarios que nos dieron independencia y libertades, pues ellos decidieron construir una mejor sociedad, lo que constituye un ejemplo para nuestras actuaciones actuales y futuras.

Fuente: https://academiafrancmasonicaecuatoriana.wordpress.com/la-tradicion/