jueves, 20 de octubre de 2016

ELEMENTOS DE HISTORIA DE LA FILOSOFÍA DE GRECIA A MARX (Por Alejandro Sigüenza Guzmán)

Resumen: Se trata de un rápido repaso de la evolución del pensamiento filosófico que parte de la formación de las concepciones míticas y religiosas previas en al Grecia clásica para abordar el origen y desarrollo de la filosofía mediante el señalamiento de las ideas centrales de Tales de Mileto, Pitágoras, Jenófanes de Colofón, Heráclito, Anaxágoras, Empédocles, Sócrates, Demócrito, Platón, Aristóteles, Tomás de Aquino, Maquiavelo, Bacon, Descartes, Spinoza, Vico, Locke, Hume, Diderot, Kant, Hegel, Feuerbach y Marx, en una apretada síntesis que tiene como línea conductora el pensamiento libre y materialista, desde una perspectiva descriptiva que en determinados momentos se expresa también críticamente.


En el principio de la humanidad predominaba la ignorancia y el temor. Ignorando las cosas el ser humano tenía miedo a todo lo que le rodeaba y sus primeras explicaciones de lo que no comprendía se enfocaban hacia las respuestas fáciles y sobrenaturales: ¿quién hacía llover?, ¿quién hacía ruido con los truenos?; ¿quién movía la tierra?, etc. Y se contestaba a sí mismo: los espíritus, a los que luego llamó dioses. De manera que para explicarse los fenómenos de la naturaleza se dio a la tarea de inventar dioses: el dios de la lluvia, del trueno, del fuego, de la tierra; el dios sol, la diosa de la fecundidad, el dios de la caza.

Luego, con la división social del trabajo, surgieron los magos y brujos, quienes explotaron la idea de los dioses con trucos, presentándose como enviados o representantes de los mismos, con supuestos poderes extraordinarios y de intermediación entre dioses y seres humanos.

Con el tiempo, las clases dominantes fueron perfeccionando la religión: crearon más dioses, así como mitos, ritos y ceremonias, y levantaron templos donde adorar a sus dioses, con mecanismos de pago, en especie o efectivo, para gozar de los favores divinos. Al mismo tiempo surgió una casta divina: los brujos se fueron convirtiendo en sacerdotes todopoderosos, que apoyaron a los reyes y faraones. Así, en los grandes imperios los fieles eran esclavos por voluntad de los supremos dioses y el Estado dictaba a qué dios se debía adorar y a cuáles no.

Y el primer gran invento de la religión fue la existencia de un más allá, al parecer por parte de los egipcios. La tesis egipcia es muy sencilla: Los hombres se deben a Osiris y deben hacer en este mundo su voluntad, soportando la esclavitud, con la esperanza de que ‒si se portan bien‒ resucitarán algún día a una vida más feliz, en la que ya no serán esclavos. Es decir, casi exactamente lo que hoy predican diferentes religiones, especialmente cristianas.

La clase dominante aprovechaba la ignorancia para explotar a los demás, mientras las clases dominadas por la opresión y la ignorancia aceptaban todo. Pero aparecieron quienes empezaron a usar la razón y la observación para encontrar una explicación lógica a los fenómenos de la naturaleza que ocurrían en su alrededor. Nació entonces la filosofía, y con ella la ciencia, como alternativas a las creencias mitológico-religiosas. Con esto quedaron definidos dos campos y maneras de pensar distintas para explicar los fenómenos naturales y las grandes interrogantes de la mente humana, los cuales perduran hasta hoy: el pensamiento religioso y el pensamiento científico filosófico.

Estos dos tipos de pensamiento se expresaron en el campo de la filosofía en el idealismo y el materialismo. Los idealistas se explican las cosas, las leyes de la naturaleza, el papel del hombre en el universo, su pensamiento y su destino, vinculados a la existencia de una mente que conciba esa realidad, lo que hace que esta visión concuerde y hasta sea utilizada para fundamentar el pensamiento religioso, e incluso la religión fue creando su propia filosofía, la teología, o tratado de los dioses, para justificar la existencia de los mismos. En cambio, los materialistas sostienen la dependencia del pensamiento respecto de la materia, vinculado a las explicaciones de la ciencia, en la cual tienden a sustentarse.

Fue en Grecia, hace más de 2500 años, donde surgieron quienes no aceptaron las explicaciones míticas y religiosas y optaron por responder las grandes interrogantes humanas utilizando la razón. ¿Quiénes fueron esos hombres? Recordemos algunos de ellos y revisemos someramente lo fundamental de sus pensamientos, para luego revisar el aporte de otros filósofos que les siguieron.

Tales de Mileto (625 a.C. a 547 a.C.) es considerado el padre de la filosofía, vivió cuatro siglos antes de Cristo y se dedicó a la astronomía y a la explicación científica de los fenómenos naturales.

Pitágoras (580 a.C. a 495 a.C.) fue otro insigne filósofo, padre de las matemáticas. Concluye que el principio de todas las cosas es el número. Y por lo tanto la salud es el resultado de una apropiada relación matemática de las partes corporales. Pitágoras y sus discípulos fundaron una escuela secreta, con leyes y reglamentos muy estrictos y fueron los primeros en declarar que la Tierra no es el centro del universo. Fueron tratados como herejes, como ateos, y en consecuencia perseguidos y su hermandad fue dispersada por enfurecidos fanáticos religiosos.

Jenófanes de Colofón (575 a.C. a 470 a.C. aprox.) cuestionaba los dioses griegos y se negó a adorarlos diciendo: si los bueyes, caballos y leones tuviesen manos y con ellas pudiesen dibujar, los caballos dibujarían la imagen de los dioses semejante a los caballos, los bueyes semejante a los bueyes, todos harían cuerpos semejantes a sus cuerpos. Las obras de Jonófanes fueron destruidas. La clase dominante no podía tolerar que se la pusiese en ridículo y que se dudara de los dioses a los que recurría para justificar como sagrado y legítimo su propio predominio. Pero muchos le oyeron.

Heráclito (535 a.C. a 484 a.C.), conocido como el padre de la dialéctica, el arte de la polémica, filósofo panteísta, enseñó que todo existe y al mismo tiempo no existe, ya que todo fluye y cambia perpetuamente, aparece y desaparece. Y se recuerda que nadie se baña dos veces en las mismas aguas de un mismo río, porque ésta no es la misma en distintos instantes, ya que él afirmó: “En los mismos ríos entramos y no entramos, (pues) somos y no somos (los mismos)”. Para él, la estructura del mundo depende de tensiones opuestas como la del arco y la lira. Todas estas ideas fueron consideradas exóticas, pues la ciencia era incipiente y no era posible probar sus teorías. Sus seguidores fueron perseguidos y acabaron apedreados.

A Anaxágoras, (500 a.C. a 428 a.C.) quien emprendió investigaciones de la naturaleza, le acusaron de impiedad por haber dicho que el Sol es una simple masa de fuego y de piedra y no un dios como creían los atenienses.

Empédocles, (495 a.C. a 435 a.C. aprox.) otro filósofo griego, afirmaba que los hombres habían sido dioses, expulsados a la Tierra por impuros. También sostuvo que todas las cosas estaban compuestas de aire, fuego, agua y tierra, tesis que duró hasta la Edad Media y sentó las bases de la química moderna. A esos elementos añadió la influencia de dos fuerzas: la atracción y la repulsión: el amor y la discordia hacían que el Universo se moviera a ritmo de vida y de muerte, el amor une, la discordia separa, y se crea así cambio y movimiento. A esto se suman algunos descubrimientos científicos que realizó.

Pero fue Sócrates (470 a.C. a 399 a.C.) el peor de todos para la casta fanática y el clero, pues utilizaba la ironía para burlarse de todo: de los dioses, de los filósofos, del gobierno, de la religión y de sí mismo, pues, era pequeño, gordo, ñato y calvo. Negaba que la moral fuese sinónimo de religión. Y afirmaba que “Puede el ser humano portarse bien sin creer en dios alguno”. “Nadie es malo voluntariamente sino por ignorancia”. “Cada hombre comienza a vivir en él y deberá dudar de todo lo que se hizo antes de él”. “La duda es el inicio de la verdad”. “Solo sé que no sé nada”. “Conócete a ti mismo”.

Uno de sus grandes legados fue el método inductivo, a través de la mayéutica, que tienen vigencia hasta nuestros días.

Finalmente, Sócrates fue acusado de disolución social, ataque a las instituciones, ateísmo, faltas a la moral, etc. y condenado a muerte bebiendo la cicuta, la que tomó en medio de bromas con sus discípulos.

Demócrito (460 a.C. a 370 a.C.) fue perseguido por sostener ideas materialistas. “La sustancia cósmica está compuesta de un número infinito de partículas elementales, físicamente indivisibles, indestructibles e infinitas, variables de tamaño y forma, en un eterno movimiento”. Demócrito hablaba de los átomos cuatro siglos antes de nuestra era y 23 siglos antes de Einstein.

Platón (427 a.C. a 347 a.C.) presenta sus ideas en forma de diálogos, en los que se planteó las tres cuestiones fundamentales de la Filosofía: ¿Dónde puede el hombre hallar la verdad? ¿Cuál es el origen del universo? ¿Cuál es la finalidad del hombre en la vida?

Platón fundó el sistema filosófico al que se ha llamado “Idealismo objetivo”, según el cual las cosas son sólo las sombras de las ideas; las ideas son eternas, las cosas transitorias, los caballos no existen sino la idea que tenemos de los caballos.

El verdadero conocimiento de las cosas, decía Platón, no nos dan los sentidos, que engañan, sino la razón. El hombre no puede conocer la verdad sino como un reflejo del mundo de las ideas.

Por pensar de esta manera es obvio deducir que a Platón no le persiguieron ni le apedrearon. Su interpretación del papel del hombre satisfizo a las autoridades: unos debían servir a otros que son más nobles y ricos. Los pobres debían vivir sin quejarse y ser felices en el otro mundo, el de verdad, no en este que es producto de la imaginación.

Posteriormente la Iglesia Católica se adueñó de las ideas de Platón para elaborar su doctrina sobre la “inmortalidad del alma” y lo pecaminoso de la carne, es decir de la materia.

Aristóteles (384 a.C. a 322 a.C.), maestro de la sabiduría y preceptor de Alejandro Magno, genio de todas las disciplinas del saber humano, quien escribió sobre física, matemática, ética, política, filosofía, biología, zoología, cierra el ciclo griego.

Aristóteles fue un educador notable, científico incansable, su influencia perduró en el mundo hasta la llegada del materialismo del siglo XVIII.

Entre los aportes más importantes de Aristóteles se encuentra la concepción del ser humano como animal político y el descubrimiento del origen de las luchas sociales, basadas en la desigualdad de las condiciones de fortuna. “Hay ricos y hay pobres, y Dios no tiene nada que ver en eso”. Todo depende, pensaba el filósofo, de quien ejerza el poder. Cuando el poder se encuentra en manos de los ricos, el régimen se llama oligarquía. Cuando lo ejerce el pueblo, se llama democracia, habiendo varias clases de ella, según si sean campesinos, artesanos, o asalariados los que predominen en esa democracia teórica. Al respecto planteó seis formas de gobierno: tres puras (monarquía, aristocracia y república) y tres degradadas de las anteriores (tiranía, oligarquía y demagogia).

Sin embargo, justificaba la esclavitud como necesaria para la sociedad y discriminaba a la mujer, a los trabajadores asalariados y a los extranjeros, a todos quienes, consideraba, no podían tener los mismos derechos que los hombres ricos.

Aristóteles rechazó, por absurdas, las ideas de Platón sobre los mundos ideal y sensible y consideró que los sentidos eran la única fuente de la verdad. En el campo de la ética enseñó que el fin de la vida era lograr la felicidad.

Pero la filosofía no se quedó allí, aunque poco faltó, al hacer su aparición el falso cristianismo retrógrado de la edad media, con el cual la ciencia y la filosofía se volvieron esclavas de la teología religiosa. Por esa razón esta increíble época ha sido llamada la edad de la fe, que no es otra cosa que la negación de todo razonamiento científico.

Pocos siglos después de la muerte de Jesús se estableció en Roma una dictadura feroz que consideró herejes a quienes no pensaban como señalaba la Iglesia. Todo indicio de filosofía independiente de la religión desapareció de Europa, y quien pensaba en contrario fue sometido a las hogueras de la “Santa Inquisición”.

En esa época terrible, a falta de filosofía la gente con inquietudes acabó trazando variaciones teológicas sobre los misterios la “Santísima Trinidad” y de la iglesia o debatiendo sobre el sexo de los ángeles. La filosofía y la ciencia solo se desarrollaron fuera de Europa, en el mundo musulmán. Hombres como Avicena (980 a 1037) y Averroes (1126 a 1198) demostraron falsedades de la biblia, calificándolos de relatos alegóricos para gente inculta, y mantuvieron vigente la filosofía griega, especialmente Aristóteles, así como el pensamiento y la práctica científico técnica, particularmente la medicina.

En el ámbito filosófico religioso se destacó Tomás de Aquino (1224 a 1274), quien escribió 21 tomos de maromas mentales para justificar los dogmas de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Lo grave es que aún se estudian estos tratados en los seminarios católicos.

Hasta que llegó el Renacimiento, es decir el renacer de la ciencia y la filosofía, contra el dogma, la dictadura de la fe y el fanatismo, logrando para la humanidad su más preciado valor: la libertad de pensamiento.

En la historia de la humanidad se apuntan en esta época nombres y testimonios del triunfo del pensamiento como en Dante, Bocaccio, Petrarca, Maquiavelo, Leonardo Da Vinci, Erasmo, Lutero, Vico, Copérnico, Galileo, Kepler, Newton, Giordano Bruno, Miguel de Servet. En todos ellos predomina una idea: buscar una realidad al margen de la religión y de la fe a pesar de la Iglesia de Roma.

Maquiavelo (1469 a 1527) se lanzó contra la Iglesia y predicó la rebelión en contra de la dictadura religiosa, pues sostuvo que “La Iglesia se ha apropiado de Dios para sus fines particulares”.

Bacon (1561 a 1626) dijo “Yo me pregunto ¿por qué esos pueblos donde hay más nobles son los pueblos donde existe más miseria?”.

Descartes (1596 a 1650) luchó por explicarse el mundo desde su punto de vista, razonando la existencia de las cosas, aunque al mismo tiempo tratando de demostrar la existencia de un Dios. “Todas las cosas que concebimos claras y distintas existen”. El sistema cartesiano con su “Pienso luego existo” era racionalista, pero también idealista porque planteaba la necesidad de Dios.

A Spinoza (1632 a 1677), el clero y castas gobernantes no lo querían porque en primer lugar era judío y luego porque dejó de serlo y se hizo casi ateo. Predicó, además, algo inconcebible para aquellos tiempos: el hombre es libre de pensar y creer en lo que le dicte su razón. Y sigue: Dios no existe como dice la religión sino como un “principio” espiritual e impersonal, como una sustancia, de la cual era una realidad el universo (panteísmo: todo es dios). Por todo esto Spinoza vivió y murió pobre, pues su oficio era pulir lentes.

Juan Bautista Vico (1668 a 1744) es poco conocido, sin embargo su pensamiento es fundamental. Es autor de “Principios de una ciencia nueva acerca de la naturaleza común de las naciones”. Este filósofo planteó la tesis, audaz para su tiempo, de que la historia de la humanidad pasa por tres períodos, que en el plano humano corresponden a la infancia, la adolescencia y la edad adulta, a saber: El régimen bárbaro y patriarcal del hombre cazador dominado por el misticismo, el régimen feudal de una minoría aristocrática y una mayoría de esclavos, y el régimen nuevo como edad adulta de la humanidad (edades divina, heroica y humana).

Esta tesis no tendría nada de especial, excepto por la época en la que la expone y porque habla por primera vez de una evolución de la sociedad. Sin embargo tiene una visión circular o cíclica al plantear que la humanidad volverá otra vez al punto de partida y comenzará nuevamente el ciclo de evolución.

En aquel entonces los filósofos materialistas se apoyaban en la ciencia, su punto de partida era la idea de que el ser humano forma parte de una naturaleza y que las relaciones humanas se rigen por las mismas leyes que los fenómenos naturales.

John Locke (1632 a 1704) argumentaba contra el “derecho divino” de los reyes, contra la infalibilidad de las religiones y contra los dogmas de la Iglesia. “Ningún hombre puede tener más que otro, decía, pues es evidente que todos somos criaturas de la misma especie y orden, iguales entre si y que tienen igual parte en los beneficios de la naturaleza”. Para Locke el hombre debe entender a Dios a su manera, no como lo dicte religión alguna. Todo eso le cayó muy mal, como una bomba, al clero. Y un filósofo idealista, el obispo George Berkeley (1685 a 1753), se dedicó a refutar a Locke, sin conseguirlo.

David Hume (1711 a 1776), filósofo agnóstico, defensor de la idea de que no podemos saber nada con certeza, escandalizó a Inglaterra con sus ideas en contra de la religión y acabó refugiándose en Francia, donde sí obtuvo eco.

Para Diderot (1713 a 1784) la astronomía muestra que los planetas giran en una órbita que se cierra en sí misma: acaban de girar en donde empezaron. Concluía de ello que el mundo y la humanidad serían siempre lo que eran y habían sido. Ni el mundo ni la humanidad habían evolucionado sino que simplemente se venían repitiendo ciclos de vida y muerte.

Estos conceptos eran metafísicos y mecanicistas. Desde esta perspectiva, las masas, el pueblo, no existen, solo son guiados por los héroes, reyes o capitanes, profetas o filósofos, que son la fuerza motriz de la historia del mundo. El hombre no es dueño de su propio destino sino producto de una serie interminable de casualidades.

En esa época Francia era un hervidero de ideas. Había una rebelión generalizada contra la dictadura religiosa y monárquica, la que vino a dar sus frutos en la Revolución Francesa, con el triunfo de la razón sobre la religión. Se destacan Voltaire, Rousseau, Diderot, Montesquieu, Robespierre, Danton …

Sin embargo, la Revolución Francesa, más que ideas filosóficas difundió ideas políticas de “Libertad, Igualdad y Fraternidad”. Con su ejemplo Latinoamérica se independizó de Europa y ésta se independizó de la monarquía papal.

La filosofía de la Ilustración nos liberó de la concepción religiosa del mundo y florecieron las ciencias. En los siglos XVI y XVIII los mayores avances de la ciencia se realizaron en el campo de las matemáticas y de la mecánica de los cuerpos celestes, por lo que la filosofía materialista tiene un carácter mecánico. En otras palabras: los filósofos materialistas examinan los fenómenos de la naturaleza y de la vida social desde el punto de vista de la mecánica. Basándose en ella, creían que las leyes de la mecánica podían aplicarse automáticamente a la vida y a la naturaleza. Decían, por ejemplo: “la naturaleza es algo inmutable, eternamente sometida a fenómenos de rotación como las máquinas”. Pero casi como contraataque a las ideas materialistas surgió una fuerte filosofía idealista.

Kant (1724 a 1804) fue precursor del idealismo alemán. Su obra más conocida, “Crítica de la razón pura”, le llevó 15 años de análisis crítico de la mente humana. En ella, entre otras concepciones, Kant deduce que: “todo intento, tanto científico como religioso de definir la realidad, no es sino una mera hipótesis”, “todo intento de captar el conocimiento trascendental es infructuoso, ya que, para cada tesis, la mente puede crear una antítesis igualmente valida”, “Es imposible probar la existencia de Dios por cualquier manera de las usuales”. Sin embargo, Kant sostuvo que no puede haber moralidad sin la creencia en Dios o la inmortalidad: había que suponer la existencia de Dios porque resultaba “necesario”.

Schelling, Fichte y Hegel fueron los máximos exponentes de la filosofía idealista alemana. Con ellos la filosofía da un gran salto y recupera lo mejor de la filosofía griega: la dialéctica o doctrina del desarrollo de la humanidad.

La dialéctica se originó en los filósofos griegos que la tenían como sistema para descubrir la verdad, el tratar de encontrar las contradicciones en los razonamientos de los adversarios. Pero la religión, especialmente la católica, quiso acabar con la dialéctica al no admitir la polémica: las cosas eran como lo decía el papa, los teólogos oficiales y la biblia. De aquí han heredado los fanáticos e ilusos la creencia de que la biblia es la palabra revelada por Dios y, con ellos, no hay discusión, no hay dialéctica.

Hegel (1770 a 1831) tiene criterios muy valiosos, como sus concepciones del movimiento eterno, del desarrollo del espíritu universal y su dialéctica. Pero consideraba que las leyes dialécticas solo regían el desarrollo del espíritu, no el de la naturaleza y el de la sociedad, pese a que para el método dialéctico no hay nada eterno, estancado, inmutable. La esencia del mundo, decía, no es la materia, sino el espíritu, y por consiguiente el espíritu es independiente de la materia y en consecuencia libre. Según este razonamiento el hombre puede ser libre, aunque físicamente lleve cadenas.

Hegel aconsejaba a los obreros explotados por sus patrones que no trataran de liberarse de la opresión material sino de la espiritual, pues, “obedeciendo al Estado representante de Dios, se podría llegar a ser feliz y libre en espíritu”. Estas ideas fueron aplaudidas en su tiempo por muchos, ya que, a su manera, son dialécticas, pero idealistas.

Para Hegel el desarrollo de la humanidad es un constante progreso que consiste en el hecho de que el primitivo despotismo oriental, en el que un solo ser, el tirano, era libre, dejó paso al régimen aristocrático greco-romano, en el que más seres humanos eran libres. Vino después la desaparición de la esclavitud y la servidumbre y más gentes fueron libres. Luego vino el mundo cristiano germánico, el feudalismo, la monarquía, la revolución francesa y, finalmente, la humanidad había llegado a la libertad absoluta con el Estado prusiano.

En Prusia había un emperador, un ejército, una iglesia archimillonaria y docenas de terratenientes. El pueblo trabajaba para éstos sin ser esclavos, pero sin dejar de ser oprimidos. Hegel no veía esta opresión y se imaginaba que no habiendo esclavos la libertad absoluta estaba consagrada. Lo que sucedía en realidad era que el feudalismo se había transformando en capitalismo, una forma más moderna y sutil de explotación de la que Hegel no cayó en cuenta.

Hegel hablaba del desarrollo de la humanidad pero también lo negaba al decir que con el Estado prusiano se acababa ese desarrollo. Los razonamientos de Hegel eran dialécticos pero fallaban al aplicarlos a la realidad.

Por ejemplo, en la lucha de los contrarios decía que cada cosa es una unidad de contrarios, en el sentido de que cada cosa está compuesta de elementos que, hallándose inseparablemente vinculados entre sí, se excluían al mismo tiempo. La sociedad es un todo, una unidad de contrarios: ricos, pobres, medios ricos, paupérrimos y miserables, todos vinculados entre sí; pero al mismo tiempo contrarios. Luego, decía Hegel, que lo que hacía desarrollar a la humanidad era la lucha de contrarios y lo que lograba los cambios era el triunfo de uno de ellos. Pero esta ley no la aplicaba a la realidad, porque a renglón seguido decía que en el Estado prusiano la lucha de contrarios no era para transformar ese Estado sino únicamente para mejorarlo, pues ya se había llegado hasta casi la perfección social.

Feuerbach (1804 a 1872), discípulo del idealista Hegel, renunció a la doctrina de su maestro y se volvió materialista, y es considerado padre del humanismo ateo, pero su materialismo consideraba a la naturaleza en estado de reposo y por ende también a la sociedad: en reposo, inmutable, y sin proceso de cambio. Decía que las cosas son inmutables, dadas de una vez para siempre, sin relación entre sí, que se pueden investigar una después de la otra en forma independiente: que la naturaleza solo aumenta en cantidad pero que siempre es igual. Lo mismo pensaba dentro de la sociedad, es decir, que no cambia, sino que todo se repite como en un movimiento mecánico.

Marx (1818 a 1883) tomó lo que consideró mejor de los dos anteriores, el materialismo de Feuerbach y la dialéctica de Hegel, para conformar su materialismo dialéctico. Sin embargo, como Feuerbach era materialista pero metafísico, y Hegel era dialéctico pero idealista, modifica los planteamientos de estos filósofos, sobre todo porque Hegel no ve la explotación de las mayorías por una minoría de privilegiados, mientras Marx lo ve con claridad meridiana y ese es el primer trabajo que se plantea. Marx llegó a decir respecto de Hegel que su dialéctica aparecía invertida, puesta de cabeza, y que no hay más que darle la vuelta y ponerla de pies, es decir, volverla materialista. “No puede haber ninguna conciliación entre verdaderos contrarios como son el capital y el trabajo” sostuvo.

Pero fundamentalmente, Marx emprendió la tarea de desenredar los hilos y darle un propósito práctico a la filosofía para transformar el mundo. “Hasta ahora los filósofos no han hecho otra cosa que interpretar el mundo, ahora se trata de transformarlo” afirmaba Carlos Marx.

Los fundamentos del marxismo pueden dividirse en tres grandes partes: La filosofía de Marx, la doctrina económica de Marx y el materialismo histórico de Marx.

Marx, desde el inicio de sus estudios filosóficos se inclinó por el materialismo y toda su vida se dedicó a robustecerlo y a darle carácter científico, pues antes de Marx los filósofos materialistas se dedicaban a negar la existencia de Dios, apoyándose en los mismos argumentos religiosos. Comprendiendo la que consideraba una falla de los materialistas metafísicos y mecanicistas, Marx se hace una pregunta: ¿y el hombre acaso no puede cambiar nada? Y juntamente con Engels, Marx enuncia entonces la doctrina del desarrollo, o sea el retorno a la dialéctica para oponerse a las ideas mecanicistas de la naturaleza, del hombre y de la sociedad.

Marx dice: “El trabajo enajena al trabajador… pero, ¿cómo lo enajena y porqué lo hace?… Enajenación quiere decir distraer, pasar a otro el dominio de una cosa, privar a alguien de algo que le pertenece”. El trabajo no libre, el que se hace para un patrón, le proporciona un sueldo al trabajador, pero al mismo tiempo lo enajena de algo con lo que se queda el patrón.

En su primera obra llamada “Los manuscritos de 1844”, Marx realiza un estudio sobre los diferentes tipos de enajenación: enajenación política, económica y religiosa. En esta obra adelantó algo que debería estudiarse con profundidad, se pregunta: ¿Qué pasa con el producto del trabajo de un obrero? Y se contesta: “Un obrero crea algo con su trabajo, pero ese producto pasa a la propiedad del patrón, convirtiéndose luego en mercancía. El trabajo del obrero ya no es la realización de sus propios fines, de sus propios proyectos, sino que realiza los fines de los otros.

En la historia de la filosofía Marx constituye, sin duda, una cima del pensamiento materialista, con su materialismo dialéctico y su materialismo histórico, que han constituido aportes fundamentales a la filosofía política y a la filosofía de la historia.



Fuente: https://academiafrancmasonicaecuatoriana.wordpress.com/2011/03/15/elementos-de-historia-de-la-filosofia-desde-sus-origenes-griegos-hasta-carlos-marx/#more-327