(La estrella es el símbolo del progreso en la Francmasonería Progresista de Rito Primitivo.)
Resumen:
Artículo escrito en recuerdo del querido hermano Pedro Saad Herrería
en el segundo aniversario de su fallecimiento. En él se caracteriza
a la masonería progresista a partir del desarrollo histórico
masónico y de esta corriente en particular. Para el efecto se
remonta a la gran división masónica entre “regulares” e
“irregulares”, al surgimiento de la tendencia liberal y
adogmática y a las preocupaciones progresistas dentro de ella, a las
primeras manifestaciones y consolidación de la tendencia progresista
en Latinoamérica en los años 40 y 50 del siglo XX, al proceso de
surgimiento del progresismo masónico ecuatoriano en el último
cuarto de dicho siglo, y a una visión del pensamiento masónico
progresista latinoamericano desde la perspectiva de Pedro Saad, hasta
llegar a la forma como actualmente entienden el progresismo masónico
destacados representantes de confederaciones masónicas liberales del
continente americano que han asumido posiciones progresistas, con
todo lo cual concluye con un compendio en nueve puntos de lo que
caracteriza a la masonería progresista.
(En
recuerdo del gran masón progresista que fue el
muy ilustre y querido hermano Pedro Saad Herrería, en
el segundo aniversario de su fallecimiento.)
Aunque
al revisar la historia masónica moderna, especialmente la
relacionada con los principales movimientos de transformación
social, encontramos masones y organizaciones masónicas que
cumplieron un papel considerado “progresista”, hasta hace unos
años no era usual en Ecuador y probablemente en algunos otros
países, el uso de este calificativo para referirse a masones,
masonas, organizaciones masónicas, o a una tendencia o corriente
específica de pensamiento masónico. Pero esto está cambiado y cada
vez con más frecuencia se lo utiliza a manera de señalamiento de un
objetivo o ideal, aunque no suele estar claro lo que implica y de
dónde viene esta concepción, por lo que se hace necesaria una
caracterización de la Masonería Progresista.
Para
ello previamente remontémonos al pasado. La fundación de la Gran
Logia de Londres, la de los “modernos” de 1717, supuso el
surgimiento de un nuevo tipo de concepción y organización masónica,
la que se caracterizó principalmente por su búsqueda de un
entendimiento fraternal entre quienes pensaban diferente, basándose
en un incipiente laicismo. Su propagación facilitó la aparición de
los ritos, los que canalizaron las diferencias doctrinarias, con lo
cual el panorama masónico internacional se conformó con diversas
organizaciones masónicas con doctrinas diferentes, lo que mostró
una realidad en que existían distintas masonerías, pese a lo cual
había una cierta conciencia de unidad en la diversidad. Pero estaban
latentes las diferencias entre las concepciones religiosas de los
“antiguos” de 1751 y la propuesta casi laica de los “modernos”
de 1717, lo que en un primer momento terminó en tierras británicas
en 1813 con la unificación de las dos organizaciones y tendencias,
prevaleciendo la concepción de los “antiguos”. Sin embargo en
Francia se había consolidado y fortalecido la concepción original
de los “modernos”, pese a lo cual se produjo un traspié en 1849
cuando un sector religioso logró introducir en las Constituciones
del Gran Oriente la creencia en Dios y en la inmortalidad del alma,
pero esto fue corregido y reafirmada la concepción laica y de
defensa de la absoluta libertad de conciencia mediante la supresión
de la fórmula Gran Arquitecto del Universo, GADU, por parte de los
Grandes Orientes de Bélgica y Francia, en 1872 y 1877
respectivamente. (1) Ante esto, la Gran Logia Unida de Inglaterra,
que ya manifestaba pretensiones hegemónicas, y otras grandes logias
que también habían asumido la concepción “antigua”,
descalificaron duramente al Gran Oriente de Francia, con lo cual se
derrumbó la aspiración de unidad, fraternidad y universalismo
masónicos, y en su lugar se evidenció la ruptura entre una
masonería que se había vuelto religiosa, y que sobre esta base se
atribuyó a sí misma la calidad de “regular”, y otra masonería
que había conservado y profundizado su carácter laico, a la que la
primera tildó de “irregular”, lo que llegó a convertirse en
mote despectivo utilizado entre “hermanos”.
Esto
señaló caminos distintos para estos dos tipos de masonería, pero
en el ámbito de aquellas que fueron tachadas de “irregulares”,
principalmente el Gran Oriente de Francia, se produjo una evolución
desde la defensa de la libertad de conciencia hacia posiciones más
amplias que ahora calificamos como “liberales”. Y en este proceso
evolutivo tuvo importancia la influencia masónica en la expedición
de la ley francesa de 1905, que estableció que la República “no
reconoce, no paga, ni subsidia religión alguna”, y en la
declaración de laicidad estatal en las constituciones políticas de
diversos países, pues ello marcó un hito que se ha constituido en
referente claro de la laicidad, asumida como principio masónico que
habiendo estado en sus orígenes ahora se trababa de defenderlo
socialmente, no solo por parte de organizaciones masónicas de
tendencia liberal sino también por algunas encuadradas en la
regularidad inglesa, lo que a su vez generó la aspiración de que la
laicidad también se practique al interior de las organizaciones
masónicas que dicen defenderla. A partir de esto, en Europa,
especialmente en Francia y en los ritos Francés y Escocés Antiguo y
Aceptado, se produjo un avance continuo en las concepciones
masónicas, incluyéndose ya en 1907 en los rituales de Rito Francés
del Gran Oriente de Francia la mención de que la francmasonería es
filantrópica, filosófica y “progresiva” (Guerra, 2015 abril 2).
A lo que se suma la lucha de las mujeres por su incorporación en la
masonería y la creación de logias y federaciones masónicas
femeninas y mixtas. Por su parte en Latinoamérica las concepciones
masónicas liberales estuvieron presentes debido al imaginario
popular que relaciona independencia y revoluciones liberales con
masonería, y por alguna influencia de la masonería francesa. Así,
para 1947, en Montevideo, se adoptó una incipiente concepción
masónica liberal en la Primera Conferencia Interamericana de la
Francmasonería Simbólica, lo que produjo que la Gran Logia Unida de
Inglaterra cuestionara y desconociera a la Gran Logia del Uruguay,
anfitriona del evento, y fruto de ello se desacelerara -y hasta se
retrocediera- en el avance de las concepciones masónicas de las más
importantes grandes logias latinoamericanas de la época, lo que dio
lugar al paulatino surgimiento o fortalecimiento de grandes logias y
grandes orientes de más reciente creación y tendencia liberal. A
nivel mundial la evolución masónica liberal no se detuvo y en 1961
se afianzó con la creación del Centro de Comunicación e
Información de las Potencias firmantes del Llamado de Estrasburgo
(CLIPSAS), el que se convirtió en la organización mundial que
aglutinó a la masonería no tradicionalista que devino en liberal.
Con estos antecedentes, diversas e importantes organizaciones
masónicas imputadas de “irregulares” adoptaron para sí los
calificativos de “liberales y adogmáticas” a fin de resaltar su
incorporación de la mujer y la defensa de la libertad de conciencia
mediante su apertura a no creyentes, contrastando en estos aspectos
con las organizaciones que siguen la concepción inglesa de
regularidad, a las que, por contraste, describen como conservadoras y
dogmáticas.
Pero
en ciertos casos las concepciones masónicas liberales evolucionaron
hacia posiciones llamadas progresistas, preocupadas por los problemas
sociales y por la necesidad de actuar en la sociedad en consecuencia
con los principios masónicos, lo que enfrentó el rechazo de algunos
sectores masónicos conservadores que consideran estas posiciones
como políticas, incompatibles con sus visiones masónicas
tradicionalistas y apolíticas.
Sin
embargo, la política siempre ha estado presente en la historia
masónica si consideramos al apolitismo como una forma de defensa del
statu quo, es decir una actitud política pero de carácter
conservador, y si recordamos tan solo: las logias jacobitas del siglo
XVII, de naturaleza política y militar; la temprana vinculación de
la Gran Logia de Londres con la Casa de Hannover; la prohibición del
tratamiento de asuntos políticos en logia y de toda acción contra
el gobierno constituido; la creación y actuación de las logias
lautarinas, que principalmente por “políticas” hay quienes les
niegan su carácter de masónicas; la creación de la Gran Logia
Unida de Inglaterra en 1813, en respuesta a necesidades políticas de
la monarquía británica de la época; la supresión en 1854, por
parte del Gran Oriente de Bélgica, de la prohibición de discusiones
políticas en las logias, lo que generó el consiguiente rechazo de
otras organizaciones masónicas. Me pregunto: ¿no será que para el
conservadurismo masónico, presente aún en organizaciones masónicas
liberales, la política ha sido proscrita y considerada negativa
cuando ha propiciado el cambio, pero no cuando ha defendido el statu
quo, en cuyo caso no consideran que se trate de política? En
relación con este punto no puede desconocerse la naturaleza política
del ser humano (el zoon politikón de Aristóteles), y que la vida en
sociedad supone la existencia de relaciones de poder y por tanto de
relaciones políticas. Al respecto el filósofo peruano Jaime Araujo
Frías (2015) expresa que actualmente la política “Es el oficio de
gestionar el poder del pueblo al servicio del bien de todos” y
recuerda el origen de la concepción occidental de política:
“…intervenir
en las cuestiones de interés público era para los griegos la
actividad social más preciada: todo ciudadano tenía el deber de
participar. De tal manera que quienes no lo hacían eran considerados
enfermos. Padecían la terrible enfermedad del “idiotismo”. La
palabra idiota proviene del griego idios que significa privado, uno
mismo, hostilidad a las cuestiones públicas. Y se utilizaba para
nombrar a los ciudadanos egoístas que no se interesaban por los
asuntos públicos, es decir por la política.”.
Por
esto hay que diferenciar el proselitismo y la controversia política
“partidista” respecto de la preocupación cívica por los asuntos
políticos; los primeros generalmente están prohibidos por ley en
organizaciones con fines distintos a los políticos (partidos y
movimientos políticos), pero la segunda es una obligación de todos,
como ciudadanos y ciudadanas, cuya abstención o prohibición
constituiría una “idiotez” en los términos expuestos por Araujo
Frías. De tal manera que es difícil negar el carácter político de
la aceptación o insatisfacción respecto del estado de cosas vigente
en una sociedad, por lo que acontece en ella y en general por los
asuntos públicos, temas que no tienen carácter íntimo, sino que
son eminentemente sociales. En este sentido el quehacer de los grupos
humanos -incluidos los masónicos- es político, y aún las actitudes
de evasión tienen repercusiones políticas pues apoyan tácitamente
el inmovilismo. Y en masonería las diversas posiciones “políticas”,
en el sentido positivo y cívico de la palabra, para referirse al
posicionamiento expreso o tácito respecto del acontecer social e
institucional, se han descrito utilizando calificativos como
conservador, liberal y progresista.
Respecto
de las actuaciones masónicas de naturaleza progresista hay hechos
importantes en los que ellas se han manifestado. En Europa y pasado
el convulsionado siglo XVIII, se expresó una cada vez mayor
preocupación por los asuntos públicos y una activa militancia
política de muchos masones: En 1871 logias parisinas participaron en
la defensa armada de la Comuna de París en la que actuaron numerosos
masones. En la masonería española de la época existió gran
preocupación político-social, especialmente por parte de masones
republicanos, anarquistas, socialistas, que influyeron socialmente
con sus ideas, sobre todo educativas, y participaron en la Primera
República. Ya en el siglo XX, en Francia se produjo una importante
influencia de masones de diversas tendencias de izquierda, unidos a
partir de las ideas de república y laicidad, quienes desde entonces
han tenido una gran preocupación por los problemas sociales,
mientras en España fue importante la participación masónica en la
Segunda República. Mientras tanto en Latinoamérica se evidenciaron
posiciones progresistas principalmente en el siglo XX, dado que el
siglo anterior se caracterizó por luchas de carácter liberal,
aunque al interior de los movimientos liberales ya se manifestaron
ciertas concepciones sociales que se ubicaban a la izquierda del
típico liberalismo, como fue el caso del ala radical del partido
liberal en Ecuador y de los partidos radicales de otros países
latinoamericanos, en los que participaron numerosos masones. En el
siglo XX destacó especialmente el aporte de valiosos masones que,
con su pensamiento y acción, contribuyeron al progreso social de sus
pueblos y a la unidad de la América Latina, e influyeron como
referentes en el pensamiento social, político y masónico
latinoamericano, como fueron los mexicanos Vicente Lombardo Toledano
(1894-1968) y Lázaro Cárdenas (1895-1970), los peruanos José
Carlos Mariátegui (1894-1930) y Víctor Raúl Haya de la Torre
(1985-1979), el nicaragüense Augusto César Sandino (1895-1934), el
ecuatoriano Manuel Benjamín Carrión (1896-1979) y otros artistas y
escritores, y posteriormente el chileno Salvador Allende (1908-1973).
Al
respecto, el historiador y masón ecuatoriano Pedro Saad Herrería
(1940-2014) escribió:
“La
Masonería se encontró entre dos agujeros. Por un lado, unos
liberales que habían dejado de serlo; y por otro unos izquierdistas
que no aceptaban ninguna interferencia en su pretendido dominio del
alma de los pobres.
“Había
que inventar algo. Y así se hizo.
“En
Perú, dos de las mentes más lúcidas de América: Víctor Raúl
Haya de la Torre y Juan Carlos Mariátegui trataron, cada uno por su
lado, de generar una doctrina latinoamericana que fuese capaz de
armonizar los vientos que recorren el mundo con las raíces que se
enclavan en la tierra.
“Haya
de la Torre fue aún más lejos. Entendiendo, como buen maestro masón
las relaciones dinámicas y armónicas que deben existir entre el
macro y el microcosmos, desarrolló un concepto unitario que parecía
una traslación de la física moderna a la comprensión de la
sociedad. Lo llamó EspacioTiempo para definir el entorno global de
un hombre. En esto no coincidía con Mariátegui.
“Pero
los dos sabían perfectamente que no existiría posibilidad alguna de
liberación parcial si no había una unidad latinoamericana, de modo
que el Partido del hermano Haya de la Torre no se llamó “peruano”,
sino APRA, que es Acción Popular Revolucionaria Americana.
“Lo
atacaron: la oligarquía de su país; las instituciones políticas de
su país; Washington, que no quería una América Latina fortalecida
en su unión y paradójicamente… Moscú, que prefería una América
Latina debilitada por su separación.
“Casi
simultáneamente, en Centroamérica estaba surgiendo otra tendencia
de la misma búsqueda de un socialismo que fuese libertario y
masónico. Apareció allí sin la profundidad filosófica de Haya de
la Torre o el apego a la tierra de Mariátegui; pero estaba llena, en
cambio, de vigor viril y decidida a dar la vida por los principios
que sustentaba. El General de Hombres Libres, Augusto César Sandino,
tan masón que utilizaba como insignias algunos símbolos nuestros y
que trataba a sus compañeros de hermanos, no sólo organizó la
resistencia de su pueblo al invasor y al tirano, sino que rescató
como cumbre de su pensamiento ideológico el proyecto que llamó
“Plan de Realización del Supremo Sueño de Bolívar”, que no era
otro que el afán por unir a la América Latina.
“Lo
atacaron: la oligarquía de su país; las instituciones políticas de
su país; Washington, que prefería una América Latina debilitada en
su separación… y Moscú, que no quería una América Latina
fortalecida en su unión.
“Bien
poco después, como parte del mismo esfuerzo de creación, surgió en
México la Confederación de Trabajadores de América Latina (la
CTAL), obra del hermano Vicente Lombardo Toledano, quien había
comprendido que si los explotadores del continente eran uno solo en
el fondo, los trabajadores del continente tendrían que actuar como
un solo contingente sindical.
“Lo
atacaron… Los mismos de siempre, por las mismas razones de siempre.
(Saad, 2014)
Pero
si algunos hermanos estaban en sintonía con el acontecer social y
llevaban la delantera en materia de ideas y acciones, las
organizaciones masónicas avanzaban a distintos ritmos. Para el año
1947, mientras en Uruguay el conjunto de grandes logias
latinoamericanas reunidas en la Primera Conferencia Interamericana de
la Masonería Simbólica mostró un avance del pensamiento masónico
latinoamericano hacia posiciones liberales y creó la Confederación
Masónica Interamericana (CMI), la que luego devino conservadora, en
México se creó la Academia Mexicana de Rito Primitivo, de carácter
progresista, integrada por masones “de izquierda” encabezados por
el ingeniero colombo-ucraniano Silvestre Savitsky (1894-1954) y el
arquitecto gallego José Caridad Mateo (1906-1996). La concepción
progresista de este Rito y de estos hermanos se sustentaba en su
tradición, referida a las luchas masónicas por los ideales de
libertad y de progreso y vinculada a la ciencia y la cultura, y se
manifestó en sus prácticas y en la actualización de sus
principios, los cuales luego encontraron algunas coincidencias con
otras organizaciones masónicas y especialmente con hermanos
franceses con los que se vincularon y se influenciaron mutuamente en
el marco de sus relaciones con el Gran Oriente de Francia. Incluso
esta adhesión a los principios progresistas hizo que en el Sureste
Mexicano y Centroamérica, la Academia (Gran Logia y Supremo Consejo)
de Rito Primitivo, presidida por el profesor Ramón Espadas y Aguilar
(1889-1972), adoptara el nombre de Francmasonería Progresista.
Sobre
este tema el querido hermano Alejandro Ruz Ávila, Presidente de la
Academia de Historia de la Francmasonería y del Centro de Estudios
Sociales e Investigaciones Históricas de la Masonería, de Yucatán,
México, en su libro “Masonería Progresista. El Rito Primitivo en
Yucatán.” (2015), aporta valiosos datos que permiten comprender
las influencias y la evolución de las concepciones masónicas
progresistas. Él narra que en 1953 nació la Alianza de Grandes
Potencias Francmasónicas Liberal Progresistas fundada por los
Supremos Consejos del Rito Nacional Mexicano, del Rito Escocés
Antiguo y Aceptado del Sureste de los Estados Unidos Mexicanos y del
Rito Primitivo Universal, la cual entre sus principios adoptó la
concepción de la francmasonería como movimiento filosófico activo
(planteada ya en la Primera Conferencia Interamericana de la
Masonería Simbólica de 1947) pero además puntualizó su carácter
humanitario, abierto a las distintas tendencias que aspiran al
mejoramiento material, moral y cultural de la humanidad; el
reconocimiento de los derechos humanos; el propósito de impulsar la
justicia, la paz y la fraternidad entre personas y pueblos sin
distinción alguna; el rechazo a afirmaciones dogmáticas, sin
imponer ni prohibir convicciones; el combate al fanatismo, los
privilegios y la intolerancia; la defensa de la Libertad, Igualdad y
Fraternidad; la finalidad de búsqueda y triunfo de la verdad y el
progreso del género humano; y su trabajo por la unión, solidaridad
y cooperación entre los francmasones y por la fraternidad universal;
estableciendo entre sus objetivos la sustitución de viejos moldes de
pensamiento y la construcción de ideales nuevos. (pp. 22, 25-26)
Alejandro
Ruz (2015) añade que para julio de 1954 se constituyó en París la
Alianza Fraternal de Potencias Masónicas (Alliance Fratemelle des
Puissances Maçonniques), en la que estuvieron representadas las
mencionadas organizaciones masónicas mexicanas de carácter
progresista. Pero lo más relevante es que en la Declaración de
Principios de la naciente asociación no solo se recogió las ideas
expresadas en los principios de la Alianza de Grandes Potencias
Francmasónicas Liberal Progresistas, sino que se las desarrolló y
se las asumió como principios masónicos progresistas. Estos
principios señalaron el carácter no utópico de sus fines pues
establecieron la persecución de ideales realizables en la sociedad,
de la que recoge inquietudes y siembra ideas; su no creencia en
estados perfectos que serían inmutables y su carácter dinámico
como factor activo de progreso, entendiendo por progreso la constante
superación del pasado para emancipar al ser humano del dolor, de la
esclavitud y de toda servidumbre material y moral, y para hacerle
participar en todos los beneficios de la civilización y la cultura,
por medio de una organización positiva de la sociedad; reconoció
que los principios se desarrollan en cada pueblo y en cada época de
la historia con arreglo a las condiciones del medio; consideró como
sus metas destruir los viejos moldes de pensamiento y de acción que
se oponen al progreso, construyendo nuevos ideales al servicio del
ser humano y laborando por su triunfo, para lo cual recurre al
conocimiento científico y persigue el conocimiento de la verdad
sancionada por la experiencia; que la francmasonería es un
movimiento filosófico activo, filantrópico, nacional y
universalista, en el que caben todas las orientaciones y criterios
que respetan y defienden el postulado de la personalidad de los
hombres y los pueblos; proclamó el Derecho a la Rebelión contra
todas las tiranías políticas, económicas, culturales, etc., que no
respeten los derechos; y los principios de libertad de pensamiento,
de conciencia y de absoluto laicismo del Estado, para mantener una
convivencia pacífica; se preocupó por acrecentar el acervo común
del pensamiento progresista universal, con base en la convivencia de
los seres humanos y los pueblos; declaró que su objetivo fundamental
es la búsqueda de la verdad para impulsar el progreso del género
humano, obstaculizado por la ignorancia y la superstición; consideró
que la francmasonería es militancia; la evolución de la humanidad
desde una perspectiva de filosofía de la historia contenida en la
leyenda de Hiram; y que tiene carácter de academia para estudiar
dicha filosofía; que sus principios tienen la elasticidad suficiente
para que su interpretación los haga válidos en todos los tiempos y
en todos los países, ya que en ellos anida el germen del progreso,
que se desenvuelve con arreglo al medio; proclamó el derecho de
hospitalidad que se debe a las personas e instituciones perseguidas
por sus ideales de justicia y libertad y el derecho de asilo a
francmasones y potencias francmasónicas perseguidas en sus países,
para que puedan seguir trabajando desde el exilio por la libertad de
sus pueblos. (pp. 28-32)
Con
este antecedente, la Academia Maya de Rito Primitivo incorporó en
sus principios las concepciones que tiene en común con el
liberalismo masónico, como los ideales del tríptico libertad,
igualdad, fraternidad; el respeto a las libertades de pensamiento y
de conciencia; la defensa del laicismo de Estado; y el carácter no
dogmático ni discriminatorio de las instituciones masónicas. Pero
además incluyó los principios progresistas, como su comprensión
del progreso como superación del pasado para emancipar al ser humano
y hacerlo partícipe de los beneficios de la civilización y la
cultura, mediante la educación, el trabajo y una organización
positiva de la sociedad; que la masonería constituye factor activo
de progreso, sin aspirar a estados perfectos sino ideales
realizables, rompiendo los viejos moldes de pensamiento, y
construyendo y trabajando por nuevos ideales al servicio del ser
humano; por lo que es humanista, defiende y promueve los derechos
humanos, al Estado de derecho, una democracia que impida los
privilegios, la explotación del hombre por el hombre y de los
pueblos débiles por los pueblos fuertes; apoya la autodeterminación
de los pueblos, condena las guerras de conquista, propicia la unión
solidaridad y cooperación entre seres humanos y pueblos, y proclama
el derecho a la rebelión contra las tiranías; estudia las distintas
ideologías y busca los puntos comunes para impulsar la justicia y la
paz, y aspira al conocimiento de la verdad sancionada por la
experiencia, para impulsar el progreso del género humano
obstaculizado por la ignorancia y la superstición; y considera a la
filosofía masónica como una actitud ante la vida que debe llevar a
una acción militante consecuente con ella. (FPU, 1997, pp. 7-8)
En
el proceso evolutivo reseñado, en que confluyó y tuvo importante
influencia el pensamiento masónico mexicano y francés, podemos
apreciar cómo a partir de ideas previas cada vez se realizaron
nuevos aportes, los que paulatinamente configuraron la concepción
masónica progresista. Pero esto no tuvo toda la trascendencia que
hubiese sido deseable y no llegó a tener una difusión importante en
organizaciones masónicas de otros países en los que predominaba el
tradicionalismo, en una época en que Internet todavía no había
derrumbado las fronteras artificiales que han pretendido impedir el
conocimiento y la relación entre masones y masonas de diferentes
concepciones, ritos, grandes logias, grandes orientes.
Por
esto en Ecuador, pese a importantes aportes de logias y hermanos de
tendencia liberal de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, y
alguna manifestación socialista en la primera mitad del siglo XX,
para la segunda mitad de dicho siglo los hechos narrados acontecidos
en México y Francia eran desconocidos y el principal referente
masónico constituía la concepción de la regularidad inglesa,
siendo tan solo materia de relato anecdótico un hecho presentado
como extraño y aberrante: la existencia en Francia de una masonería
“atea”. Mientras tanto el mundo vivía la “guerra fría”, la
Revolución Cubana era un tema que generaba posiciones encontradas,
pero entre pocos masones de izquierda se contaban anécdotas sobre
una supuesta ayuda de hermanos a los revolucionarios de Sierra
Maestra, y se conversaba sobre la vía pacífica al socialismo de
nuestro hermano Salvador Allende y sobre su muerte y la de su
proyecto.
Nuestro
hermano Pedro Saad (2014), con su visión de masón progresista,
historiador crítico y hombre de izquierda, lo recordó así:
“La
segunda postguerra se convirtió muy rápidamente en “Guerra Fría”,
y las polarizaciones se volvieron aún más extremas, mientras el
maniqueísmo (Dios-Diablo, Bueno-Malo) coloca los términos del
debate fuera del campo ideológico y dentro de la esfera de lo
puramente mitológico.
“Habrá
que esperar a 1959, y al proyecto inicial de la Revolución Cubana,
para que la creatividad de pensamiento social rebase los penosos
límites del diagnóstico y se vuelva una vez más operativa.
“El
primer modelo de desarrollo no-capitalista de la Cuba revolucionaria
es sumamente original, y su adhesión posterior al esquematismo
moscovita es fruto de la operación “de pinzas” que produce la
voracidad geopolítica soviética, la voracidad económica
norteamericana y la estupidez generalizada de América Latina:
maldición tripartita que estuvo a la base de todas nuestras
desdichas.
“También
de la imposibilidad de independencia para Cuba. Ahora ha vivido con
los dos monstruos y les conoce las entrañas.
“Cuando
el Che, modelo arquetípico del hombre nuevo, escapa del modelo
cubano, anquilosado a la fuerza y para huir de las limitaciones del
un monstruo cae en las garras del otro, el período de creatividad
parece terminar.
“Pero
no es así. Felizmente nunca es así. La creatividad no termina
nunca. La Unidad Popular chilena, que quiere un “socialismo con
empanadas”, hace renacer la esperanza. Es, además, un modelo
explícitamente masónico, por la conducción del hermano Salvador
Allende.
“Quizá
es excesivamente tarde. O demasiado pronto. Como quiera que se lo
vea, otra vez el tridente maldito de la voracidad de los dos imperios
y nuestra imbecilidad dan al traste con un régimen que al final no
pudo garantizar ni socialismo ni empanadas.
“Un
nuevo vaivén en esta montaña rusa que comienza a producir náuseas
con sus altibajos.
“Y
de pronto, casi literalmente hay un renacimiento. En julio de 1979,
el Segundo Sandinismo, que nació en la Logia Augusto César Sandino,
recupera los sueños de su patrono, que había recuperado los sueños
de Bolívar. También estos nuevos sandinistas se llaman hermanos;
también usan la simbología; también…
“En
fin, son nosotros.”
Ese
mismo año 1979 nació la Gran Logia Equinoccial del Ecuador, en la
cual las concepciones liberales y progresistas se empezaron a
manifestar poco a poco, especialmente en el seno de logias como la
Luis Vargas Torres, debido a la inquietud de viejos masones que en su
juventud habían militado en el socialismo y que insistieron en la
iniciación de candidatos valiosos cuyo defecto consistía en ser
hombres de izquierda, y también debido a la incorporación de
exiliados chilenos que habían debido abandonar su patria luego del
golpe de 1973, todo lo cual tuvo como resultado el surgimiento en
1983 de las logias Voltaire y Arauco y posteriormente las logias que
nacieron de éstas. Además fue muy importante en este proceso la
creación en 1984 del Gran Oriente de Chile en el Exilio, del que
casi forma parte la Arauco (2).
Pedro
Saad (2014), masón, demócrata, socialista y “laico hasta el
agnosticismo”, siguió recordando estos tiempos y tomando partido
desde sus convicciones:
“Un
poco después, en una reunión continental a la que asistimos varios
hermanos de la Gran Logia Equinoccial del Ecuador, incluso el
Venerable Maestro de la Flavio Alfaro, el hermano y comandante
nicaragüense Bayardo Arce definió las fuentes ideológicas de este
segundo sandinismo como una fusión creativa de tres vertientes: el
marxismo, el nacionalismo latinoamericano y el cristianismo.
“El
hermano y comandante elabora cada una de las tres. Es un marxismo
reformado, es un nacionalismo pluricultural y es un cristianismo
liberador.
“Pero
no importan los adjetivos. La sola inclusión del cristianismo en un
nuevo concepto socialista es la incorporación de la vertiente ética
de la doctrina, de su contenido espiritual, de aquella parte
entrañable e irrenunciable de la condición humana, que sólo el
anarquismo había sumado a los conceptos económico-sociales.
“Curiosamente,
es al fracasar cuando ejercen de mejor modo estos nuevos conceptos.
Cuando pierden las elecciones y entregan pacíficamente el poder que
conquistaron con sangre es cuando los nuevos sandinistas demuestran
su estirpe democrática y su esencia cristiana.
“Ahora
las posiciones de la nueva Masonería latinoamericana se aclaran aún
más…
“1.-
Inventar unos modelos autónomos de desarrollo, que sean capaces de
conjugar todos estos valores;
“2.-
Ser capaces de elevarse hasta la comprensión de que sólo se podrán
tener si se pueden mantener democráticamente; y, por supuesto,
“3.-
La lucha por la unidad de América Latina. “
Para
1990 en lo político el Frente Sandinista de Liberación Nacional
entregó el poder en Nicaragua y en lo masónico el Gran Oriente de
Chile en el Exilio se transformó en Gran Oriente Latinoamericano,
conformado con logias mixtas de Rito Francés en diversas partes del
mundo, incluido Ecuador. Luego, para 1994, se fundó la Logia Eugenio
Espejo, primera de Rito Francés de la Gran Logia Equinoccial del
Ecuador. Con estos hechos masónicos se facilitó la desmitificación
y práctica del Rito Francés y de la masonería “liberal” en el
país, calificada anteriormente en nuestro medio como “atea”,
constituyendo este Rito un vehículo que permitió dar un paso
adelante en la búsqueda de una masonería ecuatoriana comprometida
con su pueblo. Las ideas de cambio se empezaron a extender y tenían
diversas manifestaciones en distintos ámbitos, así para 1996 el
proyecto de reflexión, praxis y trascendencia “Nueva Utopía”
había acelerado la evolución de las concepciones del filosofismo
escocecista equinoccial, renovándose sus principios e inquietudes
con influencias liberales y progresistas.
Pero
fue recién hacia 1997, cincuenta años después de la fundación de
la Academia Mexicana de Rito Primitivo, que se empezó a conocer en
Ecuador, muy limitadamente, la Francmasonería Progresista de Rito
Primitivo, aunque la utilización del término progresista como
calificativo se ha utilizado para referirse tanto a este Rito cuanto
a ciertos sectores del Rito Nacional Mexicano y a logias, masones y
masonas de otros ritos con una concepción y accionar “progresistas”.
Una caracterización de la Francmasonería Progresista de Rito
Primitivo, comparándola en varios aspectos con las masonerías
conservadoras y liberales, la expuse en una plancha titulada
“Aproximación al Rito Primitivo” (Fuchslocher, 2010) que pueden
leerla en https://goo.gl/a9D6bE .
Para
1998 empezó a funcionar la primera logia “primitiva” ecuatoriana
y en 2004 se conformó la Academia Francmasónica Ecuatoriana (AFE),
federación masónica de coordinación educativa y operativa de las
logias de capacitación, de perfeccionamiento y administrativas y de
los nueve grados del Rito Primitivo, la que se definió como
librepensadora, progresista, mixta y democrática, y cuya aspiración
es la formación de un nuevo ser humano y la construcción de una
nueva sociedad, en la que no existan discriminación, intolerancia,
fanatismo, autoritarismo, privilegios, ni explotación del hombre por
el hombre, e imperen la libertad, la igualdad y la fraternidad. Ella
hizo suyo el desarrollo evolutivo de los principios del Rito
Primitivo y de la masonería progresista y añadió sus propios
aportes y los de las logias progresistas ecuatorianas que la
precedieron, especialmente la concepción de la masonería como
institución de vanguardia del progreso de la humanidad; el respeto a
la naturaleza y fomento de una conciencia ecológica; la defensa y
fomento del laicismo y la laicidad; la promoción de la paz como
horizonte de entendimiento universal y construcción de una auténtica
democracia en los órdenes político, económico, social y cultural;
la búsqueda de la justicia como mecanismo de equidad entre los seres
humanos y entre las naciones; el impulso del proyecto histórico
bolivariano y alfarista de integración latinoamericana; la defensa
de los principios de soberanía de los estados, no intervención y
solución pacífica de las controversias; la oposición a toda forma
de discriminación, intolerancia o privilegio; el estímulo a la
creatividad en todas sus formas, orientada al progreso social y al
desarrollo humano; la promoción y fomento de los deberes ciudadanos,
tales como la solidaridad, la participación, la responsabilidad y el
control de las instituciones públicas por parte de la sociedad; el
impulso a la organización social, concebida como medio para la
construcción de una nueva democracia; y la integración masónica
mundial. Además declaró:
“6.
Aspira a que, con la acción de su miembros, prevalezca la idea del
cambio, como esencia de la francmasonería, entendiéndolo como
progreso permanente -y jamás como retroceso-, en beneficio de las
mayorías tradicionalmente relegadas y explotadas, incorporándolas
al quehacer masónico, como fundamento para que ellas construyan una
verdadera democracia, entendida como poder popular, el cual, a partir
de los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad,
permanentemente actualizados frente a los retos de los nuevos
tiempos: armonice la necesidad de logro de la justicia social y
económica con el pleno ejercicio de las libertades políticas; los
derechos y obligaciones de carácter individual con los de la
sociedad toda; el desarrollo económico con el respeto al medio
ambiente y su preservación para las generaciones futuras; garantice
la plena vigencia de los derechos humanos y de los derechos
económicos, sociales y culturales de los pueblos; preserve un estado
de derecho laico que concilie el gobierno de mayorías con los
derechos de minorías, la participación de la sociedad civil en el
ejercicio gubernamental y la integración orgánica de las minorías
en la nación; asegure la participación plena de la mujer y de otros
sectores tradicionalmente desprotegidos y discriminados, en todos los
ámbitos; y realice los esfuerzos necesarios para lograr la unidad
latinoamericana.
“7.
Comprende que los cimientos de toda construcción francmasónica
están constituidos por la vivencia ética de sus miembros y que sólo
el ejemplo de un comportamiento ético y cívico-político
irreprochables, constituye la garantía de permanencia y vigencia de
la primitiva francmasonería.” (AFE, 2008)
Al
revisar la evolución de los principios progresistas masónicos se
puede apreciar que hay varios elementos importantes a tomar en
consideración, pero hay uno que podría considerarse punto de
partida que caracteriza y diferencia a la tendencia progresista
masónica: la idea del cambio. Así, mientras el término
conservadorismo hace relación a un pensamiento y una actitud apegada
a las tradiciones y al deseo de continuidad de las mismas, es decir
reacia al cambio, su antónimo, el término progresismo, se refiere a
la aspiración de reformas y renovaciones, es decir promueve el
cambio. En masonería la diferencia entre una y otra posición se
manifiesta claramente al contrastar, por una parte el 25º landmark
de Mackey, referente normativo superior de grandes logias
conservadoras, que dice en traducción libre “…estos landmarks
nunca pueden cambiarse. Nada puede restarse de ellos nada puede ser
añadido a ellos ni la más mínima modificación puede hacerse en
ellos…” (Mackey, 2014), y por otra parte el 27º principio básico
de la Francmasonería Progresista de Rito Primitivo, referente
normativo superior para sus Academias, que dice: “… Estos
preceptos no pueden estar en contraposición con los progresos de las
Ciencias ni con las ideas avanzadas de épocas posteriores…”
(Espadas, 1962, p. 106).
Como
complemento de lo anterior cabe mencionar que los lemas también
dicen mucho sobre las concepciones masónicas: “A la gloria del
Gran Arquitecto del Universo”, sobre todo cuando la fórmula GADU
es utilizada como sinónimo de Dios, es un lema característico de
grandes logias conservadoras; “Libertad, Igualdad, Fraternidad.”
es propio de grandes orientes liberales como el Gran Oriente de
Francia; y “Por el triunfo de la verdad científicamente
demostrable, por el progreso del género humano, por la unión,
solidaridad y cooperación entre los francmasones, por la libertad,
igualdad y fraternidad universales.” es el lema de las academias de
la Francmasonería Progresista de Rito Primitivo. Estos lemas
sintetizan aquellas ideas consideradas más importantes por cada tipo
de masonería y en su conjunto constituyen una muestra de la
diversidad de concepciones masónicas.
En
los últimos años, en Latinoamérica, la idea de una masonería
progresista se extendió no solo por la vía masónica de los ritos,
logias o masones y masonas progresistas, sino por vía social y
política, ya que al crecer las masonerías e ingresar a las logias
algunos hermanos y hermanas con pensamiento de izquierda,
descubrieron afinidades entre los principios masónicos y sus
concepciones, y encontraron que muchas logias constituían centros de
unión en que se encontraban miembros de una izquierda
tradicionalmente desunida en la sociedad pero que al interior de las
organizaciones masónicas estaban unidos por la fraternidad y la
práctica de la tolerancia, por lo que se fue produciendo de manera
natural una comprensión “progresista” de los principios
masónicos, que no era otra cosa que una actualización y aplicación
de los mismos a las realidades del momento. Pero también se dio el
caso de quienes siendo en el llamado “mundo profano” personas de
izquierda, al interior de las organizaciones masónicas asumieron
posiciones conservadoras, influenciadas por el entorno, la mentalidad
y la formación tradicionalista de las logias en las que se
iniciaron.
Por
esto es importante considerar que el término “progresista” se ha
desarrollado en el marco de la realidad social y política y ha
tenido interpretaciones e implicaciones un tanto diferentes según el
lugar y la época en que se ha sido utilizado, razón por la cual
debemos tener claras las connotaciones que tiene este término en la
vida social, pues las ideas imperantes o que se debaten en la
sociedad indudablemente han influido e influyen en el pensamiento
masónico, así como las ideas surgidas en las logias influyen en el
ámbito público cuando ellas trascienden.
El
término progresista lo aborda el ex presidente ecuatoriano Rodrigo
Borja en su Enciclopedia de la Política (2015), quien si bien
considera que es un término impreciso, señala que “se utiliza
para designar el pensamiento o la actitud favorables al progreso en
su más amplio y multidimensional sentido: cultural, político,
social, económico, científico” y añade que esto implica una
postura optimista respecto de la posibilidad de perfeccionamiento de
la sociedad, la cual varió en el tiempo, adaptándose y luchando por
los anhelos y objetivos sociales en cada época y circunstancia,
habiendo sido estos, en los últimos siglos, la civilización, el
conocimiento, la razón y la ciencia, la libertad, la adaptación a
la naturaleza, la justicia social, por lo que ha estado vinculado a
la izquierda y a la avanzada social, aunque sin connotaciones
radicales, buscando eliminar los defectos de sociedades injustas e
instaurar condiciones socioeconómicas más equitativas. Y en los
últimos tiempos ha asumido las complejidades de la realidad social y
actúa en consecuencia, por lo que no es progresismo lo utópico, sin
contacto con la realidad, ni lo anticientífico, se opone a
integrismos y fundamentalismos y se empeña en encontrar respuestas
reales. En términos generales esta descripción es aplicable a
organizaciones de la sociedad civil de naturaleza masónica que se
sienten identificadas con estas ideas y actitudes, es decir a la
masonería progresista, aunque su esencia es más amplia y sus
métodos son distintos.
Pero
ya que el término progresismo es utilizado en la sociedad por muchas
agrupaciones, movimientos políticos y hasta gobiernos, sea en sus
denominaciones o en sus discursos, porque se consideran parte de una
amplia corriente, es necesario tomar en cuenta que a las agrupaciones
como a las personas se las conoce más por sus acciones que por sus
palabras y que cuando tienen poder éste generalmente las muestra
como realmente son. Por tanto no deberían considerarse progresistas,
por más que así lo afirmen, quienes defienden el dogma en lugar de
la razón y la ciencia, irrespetan la laicidad, coartan libertades y
violan los derechos humanos, depredan la naturaleza, convierten al
poder en un fin en sí mismo y lo concentran, sucumben al
caudillismo, presentan como voluntad popular la de líderes y
burocracias, confunden progresismo con centralismo y estatismo,
incurren en actos de corrupción, o toman medidas que sirven para el
mantenimiento del poder o el beneficio de aliados y terminan
consolidando los modelos tradicionales de injusticia e inequidad. En
el ámbito de la masonería progresista estas formas de pensar y de
actuar tampoco pueden considerarse masónicas ni progresistas.
En
la última década del siglo XX, nuestro hermano Pedro Saad (2014)
realizó el análisis reproducido parcialmente en citas anteriores,
el que culminó con el señalamiento de las perspectivas para el
siglo XXI, que la francmasonería progresista ecuatoriana asumió y
que en términos generales resultan válidas para la masonería
progresista latinoamericana:
“Ahora
estamos aquí. Los masones socialistas no necesitamos que nos cuenten
que han derribado el muro de Berlín. Y no queremos que nadie venga
ante nosotros a quejarse de que le cayó encima.
“Nosotros
ayudamos a tumbarlo, pero desde el otro lado.
“Y
ahora nos toca ser fieles a la herencia intelectual, de coraje y de
coraje intelectual que hemos recibido de nuestros hermanos masones.
“Tenemos
que diseñar nuestras tareas para este último pedacito del siglo XX
y para todo el siglo venidero.
“No
se trata que reneguemos de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad.
Ni siquiera se trata de que ya no nos basten y queramos nuevas
palabras para sumarlas a ellas y convertir una divisa en un libro.
“Es
más sencillo que eso. La Libertad, la Igualdad y la Fraternidad,
como deidades hindúes, sin perder su esencia adquieren avatares
diferentes en distintas épocas. Ahora es la época nuestra, y
necesitamos una Masonería ecuatoriana que sea capaz de ampliar sus
tareas operativas e involucrar nuevos desafíos.
“Creemos
que entre esos desafíos están los siguientes:
“1.-
Buscar una armonización de la justicia social y económica, sin que
ella signifique el sacrificio de las libertades políticas;
“2.-
Buscar una armonización de nuevo tipo entre la sociedad y el
individuo, sus respectivos derechos y obligaciones mutuos;
“3.-
Buscar una armonía entre el desarrollo económico y la conservación
del medio ambiente;
“4.-
Luchar sin concesiones por la vigencia plena de los derechos humanos
de los individuos y de los derechos económicos, sociales y
culturales de los pueblos;
“5.-
Buscar la realización de nuevas formas de democracia, que preserven,
dentro de un estado de derecho, el gobierno de las mayorías, los
derechos de las minorías y la participación continua de la sociedad
civil en el gobierno del Estado;
“6.-
Promover, facultar, exigir e imponer la integración orgánica de
todas las minorías nacionales en la vertiente principal de la nación
ecuatoriana;
“7.-
Estimar siempre que la democracia, el progreso y el desarrollo son
inconcebibles sin una participación plena e igualitaria de la mujer
en todas las esferas de la vida y, por supuesto…
“8.-
Como siempre, estar dispuestos a dar incluso la vida por lograr la
unidad de la América Latina.
Es
en todo el contexto descrito, generalmente desconocido, que las
concepciones masónicas progresistas empiezan a manifestarse cada vez
más, principalmente -o más fácilmente-, en el seno de la ya amplia
masonería liberal de nuestro continente, en un proceso consecuente
con los principios masónicos, asumido también por parte de las
grandes logias, grandes orientes y confederaciones masónicas
liberales más destacadas y por dirigentes que han influido
gravitantemente en ellas, como los queridos hermanos Elbio Laxalte
Terra, Presidente de la Federación Americana de Supremos Consejos
del Rito Escocés Antiguo y Aceptado (FASCREAA) y ex presidente de
CIMAS, e Iván Herrera Michel, ex Presidente de FASCREAA y ex
Vicepresidente de CLIPSAS, ambos también vinculados al Rito Francés
o Moderno.
El
año pasado intercambié opiniones con el querido hermano Elbio
Laxalte a raíz de cierta información que le solicité para la
elaboración de una plancha, y él me contó que cuando fue Gran
Maestro del Gran Oriente de la Franc-Masonería del Uruguay (GOFMU)
impulsó con fuerza el sentido liberal y adogmático del quehacer
masónico en todos los cuerpos que lo conforman y ritos que
practican, es decir lo que podríamos considerar un “liberalismo
masónico” practicado internamente a plenitud, pero además impulsó
una preocupación “progresista”, a la que llama “masonería de
progreso” para diferenciarla del progresismo político de sus país,
la que, cuando fue Presidente de la Confederación Interamericana de
la Masonería Simbólica (CIMAS), la promovió por distintos medios,
incluso la incorporación de los principios de CIMAS en el texto de
los convenios masónicos celebrados con distintas organizaciones.
Pero si bien recordaba que estos principios vienen desde la fundación
de la Confederación en 2002 y conocía que entre sus antecedentes se
contó con la influencia de hermanos mexicanos, fruto de nuestro
intercambio epistolar pudimos constatar que la estructura y buena
parte de la redacción de los artículos de la Declaración y
Principios de CIMAS coinciden o se inspiran en la Declaración de
Principios de la Academia Maya del Rito Primitivo, al ser comparados
con documentos de esta Academia del año 1997 en que constan dichos
Principios. Lo valioso en este caso es que sin haberse conocido
necesariamente este origen se haya producido una coincidencia y
confluencia de ideas progresistas, que muestran el avance de las
concepciones masónicas. A una parte de lo mencionado en este punto,
junto con otros temas, me referí en la plancha que dio motivo al
referido intercambio de información y opiniones, titulada
“Librepensamiento, adogmatismo, antidogmatismo, ateísmo y
agnosticismo en masonería”, la que pueden leerla en
https://goo.gl/i8Y75u .
El
21 de agosto de 2015, el querido hermano Iván Herrera Michel,
durante el 8° Encuentro de CIMAS, efectuado en Cajamarca, Perú,
leyó una plancha titulada “La Utopía de una Masonería
Progresista” (2015), cuyo título puede generar alguna duda pues la
palabra utopía suele ser interpretada como algo irrealizable aunque
también como la manifestación de un anhelo o ideal. Pero el
contenido de la plancha, que les recomiendo leerlo
(http://goo.gl/nZAT50), da cuenta de su preocupación por el avance
del pensamiento y el quehacer masónicos. En ella, a partir de su
explicación histórica de la evolución masónica, aporta con
precisiones sobre el carácter dogmático de las organizaciones
masónicas que, pese a incorporar mujeres, imponen una determinada
concepción de landmarks, aplican mandamientos en lugar de
sugerencias y no incentivan la libertad de pensamiento y de
conciencia sino que adoctrinan. A partir de esto, por contraste,
concibe la masonería progresista basándola en el pensamiento, ética
y conciencia libres de sus integrantes, y en que provoca conciencia
en la sociedad. Cita la afirmación del destacado historiador francés
querido hermano Charles Porset (1944-2011), que dice “El fin y el
objeto de la Masonería es “la realidad”.”, para considerar que
el juzgamiento de las masonería y los masones debe basarse en
“…como iluminan sus entornos, como los perciben, como lo sienten
y como se implican” y que “La Masonería progresista provoca en
la sociedad conciencia y genera emoción. Diseña lenguajes y
planteamientos y reclama cuidados, comunica y ofrece la ventaja de
ser universal”. Se trata de una preocupación por lo social, que
muestra que los avances de la humanidad contrastan con su incapacidad
de erradicar el sufrimiento, y con su asimetría en su compromiso
público, conciencia social y logro de bienestar, señalando como
ejemplos la situación del SIDA en África, el derrocamiento de
Salvador Allende en Chile, la situación de los últimos tiempos de
Grecia, la relación entre neoliberalismo y población carcelaria.
Considera que es necesario sensibilizar a los pueblos poderosos, y
concluye afirmando que: “Una Masonería que nace latitudinaria, y
deviene en liberal, adogmática y progresista, está íntimamente
relacionada con el deseo de dar un sentido a la vida y alcanzar la
felicidad propia y ajena. Encuentra la necesidad y la búsqueda de un
mundo mejor, más solidario y más justo.” Y cita a Borges para
parafrasearlo y afirmar que “lo que más importa de la Masonería
progresista, es lo que se hace con esa Masonería progresista.”
De
entre los importantes temas que aborda este trabajo, llama la
atención su justa crítica a las organizaciones masónicas mixtas y
femeninas que mantienen concepciones dogmáticas y prácticas
autoritarias, las que por este motivo no podrían considerarse
progresistas, pero cabe agregar que aquellas organizaciones con
principios y prácticas laicas y librepensadoras, democráticas y
hasta con ideas y propuestas de avanzada, pero que no admiten
mujeres, por esta razón tampoco podrían considerarse progresistas.
En
el mismo 8vo. Congreso de CIMAS realizado en Cajamarca, el querido
hermano Elbio Laxalte expuso su plancha “Algunas Reflexiones sobre
el futuro de la Masonería de Progreso” (2015), que también les
recomiendo leerla (https://goo.gl/0dgTrR págs. 20 a 31). En ella
expresa que nuestro rol es conocer el pasado para inspirarnos para el
futuro, pues la tradición no es un ancla que nos amarra sino una
fuerte referencia que nos impulsa. Recuerda que CIMAS se planteó
agrupar voluntades para un proyecto expresado en su Declaración de
Principios y que corresponde a los masones de progreso de hoy
comenzar a construir la civilización del futuro. Pero que existen
algunas tendencias que frenan o impiden el despliegue de nuestra
institución. Y menciona que hace más de 60 años no hay nada
relevante que provenga de iniciativa masónica; que si bien los
ideales éticos masónicos han sido asumidos por las sociedades
democráticas hay nuevos problemas frente a los cuales no tenemos
respuesta ni mayor preocupación institucional; que es insoportable
sigamos debatiendo la iniciación de la mujer, gastando energía e
irrespetando los derechos humanos, lo que le hace cuestionarse si la
masonería tiene futuro; que buena parte de la masonería se cree
capacitada para dictar condicionamientos religiosos cuando el mundo
avanza a una espiritualidad plural, en muchos casos sin dioses; y que
hay una fragmentación institucional excesiva, menor retención de
miembros, falta de estudio, encierro místico, transformación de
logias en clubes de amigos o de negocios, mayor distancia entre la
masonería y la academia y con el sistema asociativo civil,
quedándonos sin correas de transmisión con la sociedad,
encerrándonos y alejándonos del mundo a construir; a más de las
famosas regularidades y el absurdo llamado de la masonería inglesa a
una guerra contra la irregularidad. Este panorama representa nuestras
debilidades institucionales. Sin embargo se cuestiona ¿qué cosas
podemos hacer? y se responde: potenciar los ideales democráticos y
republicanos; trabajar por la laicidad como fundamento de la
democracia y de una gobernanza mundial neutral de las influencias
dogmáticas; definir y buscar el bien común universal potenciando la
idea de que hay bienes comunes a los que no debe aplicarse la lógica
mercantil en función del desarrollo sustentable; explorar el
desarrollo de una economía que escape a las lógicas del mercado y
del lucro; generar conciencia de la necesidad de una educación
gratuita y de calidad; así como de una gobernanza mundial
democrática basada en el interés general; trabajar por la no
violencia y la paz mundial y por el cuidado del medio ambiente;
desarrollar una conciencia cosmopolita; formar hombres y mujeres
nuevos, inconformes, rebeldes, fraternos; no perder el sentido de la
memoria histórica para transmitir valores y ejemplos; luchar contra
la alienación y cosificación humana; propagar la noción de que el
amor por el otro es condición necesaria para la supervivencia
humana; desarrollar ONG’s que puedan ocuparse de manera altruista
de resolver los problemas que el mercado no puede resolver; y la
necesidad de un espíritu de resistencia que nos permita hacer frente
a todas las opresiones. Para esto plantea formar nuevos individuos
abiertos al mundo, que a partir de la iniciación devengan en
ciudadanos conscientes de su rol, con conocimientos, e implicados en
la construcción de su comunidad de pertenencia, pero con una visión
global que los comprometa con la construcción de la humanidad, en
una época que estimula el repliegue sobre la vida privada, el
consumo desorbitado y el abandono de la cosa pública en manos de
tecnócratas, demagogos, incompetentes o corruptos. Pero que no es
desde el aislamiento en la aparente comodidad logial que se pueden
protagonizar transformaciones.
Además,
el mencionado evento masónico efectuado en Cajamarca sirvió para
que el Gran Maestro Adjunto del Gran Oriente Unido de la República
del Ecuador (GOUDRE), querido hermano Dante Orellana Salvador,
realizara una exposición de las fuentes de investigación e ideas
iniciales para la formulación del proyecto “Rito Masónico
Andino”, el cual plantea retomar las raíces andinas, expresadas en
una historia milenaria, y en saberes, mitos, leyendas, todas las
cuales conforman nuestras culturas, a fin de que, por medio de este
rito, surgido en nuestras tierras, se canalice la formación y la
actuación masónicas acordes con ellas, y acordes también con una
concepción masónica de carácter progresista. Para la construcción
de este proyecto manifestó su interés de que la Logia de
Investigación Cóndor de Luz, que tiene a su cargo el desarrollo del
mismo, cuente con aportes de diversos hermanos y hermanas, logias,
grandes logias y grandes orientes caracterizados por un pensamiento
liberal y progresista.
Todos
estos pensamientos, acciones e inquietudes aportan elementos
adicionales para la formulación de una definición general de
Masonería Progresista, como alternativa a optar y como cometido por
el cual trabajar, por parte de masones y masonas, logias y
organizaciones masónicas que quieran realmente llevar adelante este
tipo de masonería, especialmente en Latinoamérica. A partir de
ellos, una primera conclusión a la que se puede llegar es que la
masonería progresista no se contrapone, sino que integra dentro de
sí las concepciones de la masonería liberal y a partir de ellas
pretende ir más allá en el proceso evolutivo del ser humano y de la
sociedad.
Es
sobre la base de todos los antecedentes expuestos en este trazado que
caracterizo a la Masonería Progresista con los elementos que expongo
a continuación.
La
Masonería Progresista:
1)
Considera al mundo, a la sociedad, a las instituciones y a las
personas, en constante proceso de cambio, y aspira a influir
positivamente en todas ellas con miras a su mejoramiento constante,
para lo cual comprende el quehacer masónico como un proceso que
supone el cumplimiento de cometidos teóricos y prácticos para
lograr resultados trascendentes, constituyéndose así, a la vez, en
una masonería especulativa y operativa, dedicada al estudio, la
reflexión y la acción en la sociedad.
2)
Integra y potencia en su teoría y accionar interno y externo las
concepciones y prácticas masónicas liberales y en especial la
defensa de las libertades de pensamiento y de conciencia, la búsqueda
incesante de la verdad mediante la razón y la ciencia, la libertad
de expresión, el laicismo, la democracia, y la práctica de la
tolerancia; y en consecuencia es incompatible con concepciones
institucionales dogmáticas y la exigencia de creencias; con
doctrinas y prácticas contrarias a la realidad, la razón y la
evidencia; y con normas, estructuras, costumbres y prácticas
antidemocráticas que limitan derechos y de carácter
discriminatorio, excluyente y autocrático, especialmente aquellas
que excluyen a la mujer, coartan la libertad de expresión en razón
del grado, limitan la autonomía logial y suplantan la potestad
superior que tiene el pueblo masónico por sobre cualquier mandatario
institucional. Pero además, considera que su carácter incluyente y
democrático implica desterrar las concepciones elitistas y los
impedimentos económicos, a fin de abrir las puertas masónicas a los
más amplios sectores sociales.
3)
Tiene una concepción humanista en permanente desarrollo que le lleva
a trabajar constantemente por el progreso del género humano,
entendido como la construcción de sociedades en las que se hagan
realidad sus ideales, principios y valores de libertad, igualdad,
fraternidad, justicia, tolerancia, laicismo, paz, y la vigencia plena
de los derechos humanos, propiciando la mejora radical de la calidad
de vida y de las condiciones socio económicas y culturales de toda
la población, previendo el bienestar de las actuales y futuras
generaciones, la vida en armonía con la naturaleza y el respeto y
colaboración de las diferentes culturas. Por consiguiente, se opone
a toda forma de opresión, aculturización, explotación y violencia
y especialmente a las lacras del mundo contemporáneo, algunas de las
cuales incluso amenazan acabar con la humanidad: la destrucción del
medio ambiente debido a un sistema económico basado en el lucro, la
producción y consumo desenfrenados y la especulación financiera,
que además causan pobreza, injusticia y muertes por hambre, lo que
contrasta con el despilfarro y la desigual distribución de la
riqueza creada por todos; el armamentismo y las guerras de conquista;
el tráfico de personas, órganos y de narcóticos; la emigración
forzada debido a la violencia y el desempleo, así como el rechazo,
persecución y represión de inmigrantes; la xenofobia, el
neofascismo, los fundamentalismos religiosos y todas las expresiones
de odio al diferente; los dogmatismos que se valen de su cercanía al
poder para imponer el oscurantismo y coartar las opciones personales
de vida en temas como sexualidad, aborto, matrimonio gay, eutanasia y
otras; la corrupción generalizada a todo nivel favorecida por la
anulación de los controles democráticos y sociales, la opacidad de
los asuntos públicos y el mantenimiento de paraísos fiscales y de
delincuentes financieros, especialmente en países desarrollados; la
pérdida de soberanía de los pueblos debido al intervencionismo
político y económico, o directamente militar, los tratados
comerciales leoninos y la usurpación de su poder por parte de
organismos y tecnócratas internacionales o caudillos y burócratas
nacionales, al servicio de minorías poderosas.
4)
Trabaja por el cosmopolitismo, la unidad y solidaridad de los
pueblos, basada en el respeto a la identidad y diversidad cultural,
la defensa de las libertades, los derechos humanos, los derechos
económicos y sociales, la defensa de la soberanía, la construcción
y fortalecimiento de una institucionalidad verdaderamente
democrática, y porque se haga realidad el ideal de unidad
latinoamericana; para cuyo logro da importancia trascendental a una
educación y una comunicación social que sean laicas, éticas,
críticas, humanistas, científicas, comprometidas socialmente, y
gratuitas.
5)
Fomenta en sus integrantes el estudio, la reflexión y la acción
fundadas en el mejoramiento ético, el desarrollo de la mentalidad
racional y científica, el ejercicio del librepensamiento, el
conocimiento y preocupación por los asuntos de la res pública, y el
espíritu de solidaridad, lo que requiere que el análisis y la
reflexión masónicos se fundamenten en la razón, en la ciencia y en
la realidad social; y que la operatividad masónica se la entienda
como una obligación ética, masónica y ciudadana, que convierte a
masones, masonas y organizaciones masónicas y paramasónicas, en
agentes de cambio en función de los objetivos de progreso social y
desarrollo humano.
6)
Considera que la formación masónica, que comienza con la ceremonia
de recepción o iniciación y que se desarrolla permanentemente
mediante estudios multidisciplinarios, debe generar como resultados
la práctica de la ética individual y social en todos los ámbitos
públicos y privados, de conformidad con los principios masónicos,
constituyendo éstos el cimiento de la construcción social masónica
y el referente principal para el reconocimiento de la calidad
masónica individual e institucional, en lugar de formalismos
anacrónicos.
7)
Comprende que los grados y el desempeño de cargos masónicos (así
como el ejercicio de puestos públicos y privados) son
responsabilidades que en una fraternidad de iguales, y en las
repúblicas y democracias, no pueden considerarse ni superiores ni
inferiores, sino diferentes, por lo que no deben menoscabar la
igualdad y dignidad esenciales de todos los seres humanos, no otorgan
prerrogativa alguna ni diferencia en el trato entre masones y masonas
y entre masones, masonas y no masones, sino obligaciones de servicio
sustentadas en los principios y valores masónicos, los que deben
practicarse en primer lugar al interior de las organizaciones
masónicas.
8)
Respeta las distintas formas de entender y practicar la masonería,
reconociendo la riqueza que brinda la diversidad, por lo que promueve
los estudios masónicos multirito y propicia la formulación de unos
nuevos referentes, linderos o acuerdos de confluencia, válidos para
las distintas masonerías, en búsqueda de la unidad en la
diversidad, sobre la base de la identificación de los ideales,
valores, principios, objetivos y prácticas comunes, a fin de diseñar
y emprender proyectos y acciones operativos y trascendentes en los
que puedan participar masones y masonas de distintos ritos y
organizaciones, sin exclusión ni distinción de ninguna naturaleza.
9)
Los objetivos que se imponga y que renueve constantemente la
masonería progresista, basada en sus principios, no deben ser
utópicos en cuanto irrealizables, sino que deben concretarse en
metas que, aunque resulten difíciles de alcanzar, sean posibles, por
lo que asume la importancia de la lucha por utopías en el sentido
que le da Eduardo Galeano a este término: “¿Para qué sirve la
utopía? …sirve: para caminar.”, razón por la cual hace suyas
las palabras de Pedro Saad Herrería: “…como todos los grandes
ideales humanos, la Utopía, la Libertad, la Igualdad, la Fraternidad
y la Francmasonería o son sinónimos o no significan nada”.
Quito,
6 de junio de 2016, c:. g:.
Notas
(1)
El Gran Maestro Arthur Groussier, en el informe que presentó en 1939
a la Asociación Masónica Internacional en nombre del Gran Oriente
de Francia, explicó que los Deberes de Anderson de 1723 son el único
texto al que pueden sentirse vinculados todas las potencias
masónicas; y que la primera Gran Logia de Francia los recibió de la
Gran Logia de Inglaterra según su texto de 1723, el que declara que
en tiempos antiguos se exigía a los masones tener la religión del
país en el que vivían, pero que se consideró más conveniente que
cumpliesen con la religión con la que todos los hombres están de
acuerdo, es decir ser hombres de honor y de buenas costumbres,
dejando a ellos sus opiniones particulares, por lo que se pregunta si
tienen el derecho a pensar que imponer el dogma de la revelación
divina es contrario al texto y al espíritu de estos antiguos deberes
de 1723. Luego relata que en 1849, por influencia de eclesiásticos
galicanos se rompió con la tradición del Gran Oriente al introducir
en su Constitución la creencia en Dios y en la inmortalidad del
alma, por lo que cuando 28 años más tarde se borró esta
afirmación, el Gran Oriente de Francia simplemente volvió a su
tradición de respeto a los ritos, creencias y todas las concepciones
filosóficas, con lo que no pretende hacer profesión de ateísmo, ni
cambiar los principios masónicos, sino respetar la fe religiosa y
convicciones políticas de sus adeptos, dejando a cada uno la plena
libertad de su conciencia. (Heracles, 2002, 21-22)
(2)
En agosto de 1983 varios hermanos chilenos exiliados en Quito, que
trabajaban en logias de la Gran Logia Equinoccial del Ecuador (GLEDE)
recibieron una carta de la recientemente constituida Logia Lautaro Nº
1, al Oriente de París, suscrita por sus Venerable Maestro, Orador y
Secretario, logia que con la Janus Nº 2, también recientemente
creada en Suecia, ambas bajo los auspicios del Gran Oriente de
Francia, estaban llamadas a constituir -junto con una tercera logia-
el Gran Oriente de Chile en el Exilio. (Muñoz y otros, 1983). Esto
motivó a estos hermanos chilenos residentes en Quito a constituirse
primero en Triángulo (18 de septiembre) y luego en Logia, a la que
denominaron Arauco, pero las dificultades que entonces presentaba
trabajar prácticamente en solitario les llevó a adscribirla a la
GLEDE, en la que pudieron trabajar utilizando los rituales escoceses
de la Gran Logia de Chile. Pero el espíritu que animaba a sus
miembros era el humanismo, la libertad, la democracia y el
agrupamiento de los masones chilenos fuera de su patria, y por eso
consideraban que el masón que contemporiza con las tiranías
traiciona a la masonería, que no podían transigir con el despotismo
imperante en Chile y que era su deber luchar contra las tiranías y
promover acciones conducentes a una sociedad libre, igualitaria y
fraterna. Esta Logia y los hermanos chilenos que la conformaron
tuvieron una importante influencia en la GLEDE.
Referencias
[AFE]
Academia Francmasónica Ecuatoriana (2008, marzo 21). Declaración de
Principios de la Academia Francmasónica Ecuatoriana. Disponible en
https://academiafrancmasonicaecuatoriana.wordpress.com/2008/03/21/declaracion-de-principios-de-la-academia-francmasonica-ecuatoriana/
Araujo,
J. (2015, septiembre 3). Contra el idiotismo. Disponible en
https://jaraujofrias.wordpress.com/2015/09/03/contra-el-idiotismo/
Borja,
R. (2015). “progresismo” en Enciclopedia de la Política.
Disponible en
http://www.enciclopediadelapolitica.org/Default.aspx?i=&por=p&idind=1237&termino=
Espadas
y Aguilar, R. (1962). Historia General de la Francmasonería
Progresista Universal. Su Filosofía. Mérida: Supremo Consejo del
Rito Primitivo. Reimpresión de la 1ra edición de su autor.
[FPU]
Francmasonería Progresista Universal. Rito Primitivo. (1997). Guía
del aprendiz. Aprobada por la Confederación de Supremos Consejos de
las Academias. Primera y segunda parte. Mérida: Editorial Academia
Francmasónica Maya.
Fuchslocher,
G. (2010, febrero 21). Aproximación al Rito Primitivo. Academia
Francmasónica Ecuatoriana. Disponible en
https://academiafrancmasonicaecuatoriana.wordpress.com/2010/02/21/aproximacion-al-rito-primitivo/
Fuchslocher,
G. (2015, abril 14). Librepensamiento, adogmatismo, antidogmatismo,
ateísmo y agnosticismo en masonería. Academia Francmasónica
Ecuatoriana. Disponible en
https://academiafrancmasonicaecuatoriana.wordpress.com/2015/04/14/librepensamiento-a-y-anti-dogmatismo-ateismo-y-agnosticismo-en-masoneria/
Guerra,
V. (2015, abril 2). [Correo personal de Víctor Guerra a Guillermo
Fuchslocher en respuesta a una consulta sobre las Constituciones del
Gran Oriente de Francia]. Villaviciosa, España.
Heracles.
(2002, abril). Las formas de reconocimiento y la regularidad
masónica. En Revista Internacional El Heraldo Masónico. Año 5, Nº
4. Herndon, Virginia, U.S.A.
Herrera,
I. (2015, agosto 31). La Utopía de una Masonería Progresista. Blog
Pido la Palabra. Disponible en
http://ivanherreramichel.blogspot.com/2015/08/la-utopia-de-la-una-masoneria.html
Laxalte,
E. (2015, agosto 21). “Algunas Reflexiones sobre el futuro de la
Masonería de Progreso” en Confederación Interamericana de
Masonería Simbólica (2015, agosto 20 a 23) Informe de Trabajos del
8º Encuentro de CIMAS. Disponible en
https://es.scribd.com/doc/293325952/2015-Cimas-8º-Fascreaa-4º-Informe-de-Trabajos
Mackey,
A. (2014). “Landmarks” en Mackey’s Encyclopedia of Freemasonry.
Phoenixmasonry. Disponible en
http://www.phoenixmasonry.org/mackeys_encyclopedia/l.htm
Muñoz,
U., Checura, E. y Retamal, L. (1983, agosto 15). [Carta sin
destinatario específico enviada a varios hermanos chilenos, en ese
entonces residentes en Quito, Ecuador]. Paris, Francia.
Ruz,
A. (2015). Masonería Progresista. El Rito Primitivo en Yucatán.
Mérida, México: Academia de Historia de la Francmasonería, A.C.,
Maquiladora Gráfica del Suroeste.
Saad,
P. (2013). Papel de la Francmasonería en la Historia del Ecuador y
América Latina. Academia Francmasónica Ecuatoriana. Disponible en
https://academiafrancmasonicaecuatoriana.wordpress.com/2013/06/21/papel-de-la-francmasoneria-en-la-historia-del-ecuador-y-america-latina/
Fuente:
https://academiafrancmasonicaecuatoriana.wordpress.com/2016/06/06/hacia-una-caracterizacion-de-la-masoneria-progresista/#more-530